El manitas: un ego enorme que impide el crecimiento

El manitas: un ego enorme que impide el crecimiento

Hay personas inteligentes y sensibles que, aunque tienen más conocimientos y recursos, nunca intentan intimidar a los demás, sino que manejan bien los tiempos y protocolos asegurándose de que los demás no se sientan incómodos. Y también está el manitas, esa persona que adopta una actitud soberbia, finge saberlo todo y siempre expresa su opinión, incluso cuando no es requerida, en cualquier momento o lugar, rozando la insolencia, muchas veces terminando en ofender, lastimar o exasperar al oyente.



Psicólogos de la Universidad de Michigan analizaron esta actitud para determinar si los llamados "manitas" realmente saben más que los demás y si esta creencia de superioridad les permite implementar mejores estrategias de aprendizaje que les permitan profundizar sus conocimientos. En otras palabras, querían comprender si la arrogancia intelectual es fruto del conocimiento y aporta algún beneficio.

Descubrieron que las personas a las que llamamos "manitas", incluso cuando no entendían algo, afirmaban saber más que los demás e insistían en buscar información que confirmara su opinión parcial ignorando los datos que los hacían parecer menos inteligentes. En otras palabras, esta arrogancia intelectual no proviene del conocimiento, sino de su ausencia.

Cuanto menos sepamos, más nos aferraremos a nuestras creencias.

En este estudio, los participantes tuvieron que completar una serie de cuestionarios para demostrar su conocimiento de la política, pero los psicólogos establecieron algunos escollos: términos inventados. Curiosamente, estos todoterreno seleccionaron más términos falsos e insistieron en conocerlos. Por el contrario, las personas que mostraban un conocimiento más sólido, asumían una actitud más humilde, subestimando en ocasiones incluso sus conocimientos.

Esto nos recuerda las palabras del filósofo británico Bertrand Russell: "la principal causa de los problemas es que en el mundo de hoy los estúpidos son demasiado confiados, mientras que los inteligentes están llenos de dudas". En psicología, esto se conoce como efecto Dunning-Kruger.



En otra fase del estudio, algunos participantes leyeron un artículo sobre un tema controvertido que coincidía con su punto de vista, mientras que otro grupo leyó un ensayo que difería de sus ideas.

Una persona inteligente, cuando encuentra información que contradice su punto de vista, debe buscar un equilibrio y reflexionar sobre sus creencias iniciando el pensamiento crítico. Sin embargo, los psicólogos descubrieron que el personal de mantenimiento tendía a elegir los datos que respaldaban sus creencias e ignoraba los que las contradecían.

Evidentemente, esta forma de afrontar la realidad alimenta el sentimiento de superioridad intelectual, además de perder oportunidades de ampliar el conocimiento integrando otros puntos de vista. En otras palabras, los manitas se encierran en su sistema de conocimientos y creencias al asumirlos como verdades absolutas y rehusarse a considerar diferentes ideas que no coincidan con las suyas.

Un "yo" maduro comete errores, lo reconoce y lo cambia

Hasta cierto punto, todos tendemos a evitar los argumentos que refutan nuestras creencias, porque nuestro cerebro odia la disonancia cognitiva. No hay duda de que validar nuestras creencias nos da placer mientras verlas desafiadas genera incomodidad, especialmente cuando se trata de creencias importantes o profundamente arraigadas.

Sin embargo, una persona inteligente permanece abierta a nuevas oportunidades y si se equivoca lo reconoce, porque es consciente de que para crecer y avanzar es necesario abandonar muchas certezas. Los manitas, en cambio, caen en su propia trampa: basando su autoestima en su "amplio conocimiento", cuando esto es cuestionado se sienten inferiores, entran en crisis y necesitan desesperadamente validar sus conocimientos para volver a sentirse importantes. .


El problema de los manitas es que, en el fondo, esta estrategia de intimidación intelectual es una máscara para ocultar una profunda inseguridad personal. Para reconocer nuestros errores y cambiar nuestras creencias, necesitamos un "yo" maduro y seguro de sí mismo, que no tenga miedo de actualizar, cambiar y dejar atrás las certezas para abrirse a la incertidumbre.


La solución para el manitas es romper este círculo vicioso. Entender que aferrarse a ciertas creencias les impide seguir explorando, descubriendo y aprendiendo. Es un paso difícil, pero no imposible.


 

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