Érase una vez un hombre vendiendo deliciosas rosquillas al lado de una carretera. El negocio iba bien y tenía tanto trabajo que ni siquiera podía escuchar la radio o leer los periódicos. Ni siquiera tuvo tiempo para sentarse y ver la televisión porque estaba tan absorto en su próspero negocio.
Un verano su hijo, que estaba haciendo una maestría en Economía y Comercio, vino a verlo y le dio una mala noticia:
- Padre, ¿no escucha la radio o lee los periódicos? Estamos sufriendo una gran crisis, el país se está desmoronando.
Al principio el padre no lo podía creer, pero luego empezó a pensar: “mi hijo está estudiando, está informado y sabe de lo que está hablando”.
Por lo tanto, decidió ser más cauteloso. Al día siguiente, compró menos ingredientes de menor calidad para reducir la producción de donas.
Las ventas comenzaron a disminuir día a día, por lo que después de un corto período de tiempo, su negocio comenzó a funcionar con pérdidas. El hombre llamó a su hijo a la universidad y le dijo:
- Hijo mío, tenías razón. Estamos inmersos en una gran crisis.
Esta historia nos revela cómo a veces somos nosotros quienes ponemos las bases sobre las que crecerán nuestros problemas o desgracias, nos enseña que podemos convertirnos en los artífices de nuestras adversidades prestando atención a las palabras de los demás, en lugar de constatar los hechos y reflexionar sobre ellos. realidad.
Lo que crees que es real terminará siendo real para ti
La concepción dualista del pensamiento, que ha dominado en los últimos siglos y ha determinado nuestra forma de ver y relacionarnos con el mundo, nos lleva a pensar que existe una realidad objetiva completamente independiente de nosotros. Lo cierto es que la realidad es siempre subjetiva, al menos la nuestra, ya que no podemos abstraernos de nuestras creencias, expectativas, sueños e ilusiones. Vemos el mundo como somos.
Por lo tanto, algunas personas pueden crecer en medio de una crisis mientras que otras se hunden. La realidad no es un espejo en el que reflejarnos, sino un diamante con mil caras, que variará en función de cómo las observemos. No hay nada de místico en todo esto, en psicología este fenómeno se conoce como la "profecía autocumplida", un concepto que el sociólogo Robert Merton lanzó hace unas décadas.
Se trata de creencias que se hacen realidad porque actuamos como si fueran verdaderas. En la práctica, nuestras expectativas de los resultados hacen que cambiemos nuestro comportamiento, al igual que lo hizo el vendedor de donas, lo que influye directamente en nuestro grado de implicación en los proyectos o en cómo nos perciben las personas.
Así, sin darnos cuenta, con nuestras actitudes y comportamientos estamos ayudando a transformar la creencia original en realidad, que en un principio era solo una expectativa, una opción entre muchas otras alternativas posibles. Lo que creemos que es verdad acaba convirtiéndose en nuestra realidad.
Asegúrate de mirar el mundo con los lentes adecuados
No se trata de abrazar un optimismo tóxico e ingenuo que termina siendo dañino porque nos distrae de la realidad, pero como no somos inmunes a la profecía autocumplida, al menos deberíamos asegurarnos de que estamos viendo el mundo de la mejor manera. lente apropiada.
¿Qué son estos lentes?
Son los lentes que te permiten sentirte más satisfecho y feliz, que te ayudan a alcanzar tus metas y te permiten vislumbrar oportunidades donde otros solo ven problemas. Las lentes que te permiten ver los obstáculos de antemano para que puedas prepararte para afrontarlos sin desesperarte. Por último, son las lentillas las que te permiten fortalecerte y sacar lo mejor de ti mismo, para que puedas afrontar la realidad de la mejor forma posible. Es un cambio de perspectiva que merece la pena.