Para muchas personas, la perspectiva de una confrontación es simplemente aterradora. Quizás porque tienen miedo de convertirse en el blanco de la ira, o porque se sienten incómodos con la idea de que pueden dañar la relación. Las personas pasivo-agresivas lo saben y lo usan a su favor. De hecho, a menudo eligen a sus "víctimas" porque saben que no se atreverían a exponer la ira detrás de sus palabras y actitudes.
La mala noticia para quienes evitan la confrontación es que si no se aborda el comportamiento pasivo-agresivo, eventualmente se creará una red a su alrededor. La buena noticia es que una confrontación positiva puede romper ese círculo vicioso de manipulación. Se trata de decidir no aceptar silenciosamente el comportamiento pasivo-agresivo de otra persona.
¿Por qué el comportamiento pasivo-agresivo no es una estrategia?
Un comportamiento pasivo-agresivo es aquel que esconde la ira, el resentimiento, la ira e incluso el odio en la base, para ser "políticamente correcto". Sin embargo, su objetivo no es ser asertivo, sino causar daño al otro evitando una confrontación directa. En realidad, se trata de una forma de abuso en la que la persona se comporta deliberadamente de forma esquiva, ambigua y evasiva.
A primera vista puede parecer que este comportamiento es más funcional que el estilo de afrontamiento agresivo, pero lo cierto es que hace tanto daño como la pura y simple agresión. De hecho, no solo afecta las relaciones interpersonales ya que la persona genera malestar en su camino, sino que también aumenta el riesgo de padecer todas las enfermedades relacionadas con el estrés. Varios estudios han relacionado el estilo de afrontamiento pasivo-agresivo con una mayor propensión a sufrir trastornos de la personalidad, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
En muchos casos, la persona desarrolla una actitud pasivo-agresiva porque no sabe relacionarse de otra forma. Entiende que la agresión no está bien considerada a nivel social, pero no sabe cómo canalizar de forma asertiva y madura las emociones negativas. Por eso los esconde.
Pero hay que tener claro que la conducta pasivo-agresiva no resuelve ningún problema sino que solo genera nuevos conflictos, ni siquiera sirve para que la persona canalice emociones y sentimientos ya que, para lograr su objetivo, debe mantenerlos bajo un estricto control.
7 estrategias utilizadas por personas pasivo-agresivas
1. La actitud silenciosa. Consiste en ignorar por completo a la otra persona, negarse a hablar con él o tratarlo con extrema frialdad. En los casos más extremos, incluso se ignora su presencia, tratando de que parezca accidental, aunque en realidad sea un comportamiento deliberado.
2. Los sutiles insultos. Todos reconocemos un insulto directo, pero los insultos de las personas pasivo-agresivas son difíciles de identificar. A menudo, estos camuflan el insulto con un cumplido, pero cuando te detienes a pensar en ello, te das cuenta de que es un insulto disfrazado para herir tus debilidades. De hecho, una de las herramientas favoritas de las personas pasivo-agresivas es el sarcasmo, por lo que te queda la pregunta de si realmente te han insultado o no.
3. Comportamiento lunático. Es molesto estar rodeado de personas que siempre están de mal humor o se quejan constantemente. Las personas pasivo-agresivas no responden directamente, pero se enfadan y no lo dicen, por lo que saturan el entorno con una tensión enorme, haciendo que todos los que les rodean se sientan incómodos, sin que comprendan exactamente lo sucedido.
4. Terquedad. Ser terco puede ser un rasgo de la personalidad e incluso puede ser útil en algunas situaciones, pero a veces se convierte en una forma de castigar a los demás. En este caso, notarás que la persona se aferra a su puesto, aunque se dé cuenta de que no tiene argumentos a su favor, lo está haciendo solo para molestarte.
5. Sabotaje. Dado que las personas pasivo-agresivas no resuelven los problemas de manera madura, a menudo recurren a tácticas indirectas para hacer daño. Estas personas nunca dirán directamente que no quieren hacer algo, pero recurrirán al sabotaje para no involucrarse o hacer que el proyecto fracase. También pueden recurrir al chantaje, aunque de forma sutil, para limitar su libertad de acción y decisión.
6. Victimización. La persona pasivo-agresiva no busca un enfrentamiento directo, por eso muchas veces juega el papel de víctima para generar el sentimiento de culpa en los demás y poder manipularlos.
7. La resistencia ignorante. Cuando intentas exponer a una persona pasivo-agresiva, nunca se hará responsable de sus palabras o actitudes. Negará haber dicho de qué se le acusa y dirá que tú lo inventaste. Ésta es una actitud particularmente frustrante.
¿Cómo lidiar con una persona que tiene un comportamiento pasivo-agresivo?
1. Identifique el comportamiento. El primer paso es identificar el comportamiento pasivo-agresivo y comprender que se trata de una hostilidad disfrazada. No debemos dejarnos engañar por la aparente inocuidad porque esconde una agresión disfrazada.
2. Solicite una aclaración. Las personas pasivo-agresivas a menudo abandonan sus tácticas de manipulación cuando se dan cuenta de que han sido atrapadas. No hay necesidad de enojarse o subir el tono, pero cuando estas personas recurren al sarcasmo o insultos sutiles, simplemente puede preguntarles: "¿Qué quisiste decir?" Pedirles que sean más específicos los pone contra las cuerdas, por lo que suele ser suficiente para detenerlos.
3. Desenmascarar la emoción. En toda relación hay dos partes, lo que significa que para continuar con la conducta pasivo-agresiva la persona debe contar con su "complicidad". Por lo tanto, no sigas su juego y, en cambio, desenmascara la emoción que subyace a sus palabras o actitudes. Puedes decirle: "Siento que estás molesto y enojado".
4. Manejar el rechazo. Cuando expone un comportamiento pasivo-agresivo, la primera reacción de la persona es negar sus intenciones. Eso es normal ya que no quiere una confrontación directa. En este punto es importante no sentirse frustrado y recurrir a un estilo comunicativo asertivo. No se trata de acertar sino de resolver un conflicto en el que ambos deben ganar. Por eso, ante la negación, puedes decirle: "de tus palabras deduje que estabas enojado, porque si yo estuviera en tu lugar yo también estaría enojado", de esta forma muestras empatía y haces que la persona baje la guardia. abajo.
5. Establezca límites. Hay momentos en los que no queda más remedio que recurrir a un estilo de enfrentamiento directo. Si es así, debes dejar claro, sin enojarte, que no tolerarás ningún tipo de chantaje emocional, victimización o sarcasmo. Cuando lo hagas, es importante que te pongas en el lugar de esa persona, que probablemente no sepa cómo relacionarse de otra manera. Resalta sus fortalezas y enfatiza tu disposición al diálogo, pero con respeto, evitando manipulaciones.