Hablar con confianza, asertividad y carisma nos ayuda a tener éxito en muchas situaciones sociales. Pero la clave para triunfar es entrenar día a día y poco a poco el músculo psicológico indispensable: la autoestima.
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Muchos de nosotros nos preguntamos ¿cómo hablas casualmente? ¿Cómo puedo expresar mis ideas con esa combinación perfecta de asertividad, seducción y carisma? Sabemos que hay verdaderos gurús en este campo; sin embargo, a veces, nos sentimos casi abrumados por los consejos y la gran cantidad de estrategias que existen, porque lo que realmente nos falta es muy simple: confianza en nosotros mismos.
Cuando cuestionamos nuestras habilidades, todo se derrumba. Seamos realistas, esto ocurre en más ocasiones de las que nos gustaría; son esos momentos en los que nuestra mente se llena de convicciones, como “seguro que me pongo nervioso y lo estropeo todo”, “me pasará como la última vez, cuando hice el ridículo”, o de nuevo, "Seguramente no podré demostrar cuánto valgo porque mi discurso es vergonzoso, inconexo y poco original".
Estas circunstancias pueden limitar mucho nuestras oportunidades laborales y personales. Hay hombres y mujeres que se destacan en lo que hacen, mentes brillantes que, curiosamente, tienen serias dificultades a la hora de comunicar, expresar, hacer llegar sus ideas a los demás de manera efectiva.
Además, a la mayoría de nosotros nos gustaría saber cómo hablar de una manera despreocupada, pero también cómo hacerlo de una manera carismática y con ese encanto capaz de captar la atención de una audiencia específica.
Hay algunas estrategias para hacer esto, lo sabemos. Sin embargo, antes de aprenderlos o hacerlos nuestros, es interesante comprender el por qué de este límite comunicativo y de esta falta de autoestima. Veamos más detalles.
¿Por qué me resulta difícil hablar con confianza y firmeza?
A muchos de nosotros nos gustaría poder hablar con facilidad, para mejorar en el trabajo y en el estudio. Pero también para consolidar relaciones, para convencer a otros de nuestras posiciones, para ser más persuasivos, para hacer llegar mejor nuestros mensajes y por qué no, incluso para captar la atención de la gente o para mejorar nuestra relación de pareja.
Saber comunicar significa en definitiva mejorar la convivencia y consolidar un poco más nuestro potencial humano. Sin embargo, a menudo luchamos por ser firmes en esta habilidad. Las razones son muchas; en principio, sin embargo, podemos resumirlos en las siguientes realidades psicológicas:
Sistema nervioso autónomo excitado
Cuando nos cuesta comunicarnos adecuadamente frente a una o varias personas, la razón puede estar en nuestra inseguridad, así como en el estrés y la angustia.
Tenemos miedo de hacerlo mal y mostrarnos incompetentes y es precisamente este miedo que alimenta la ansiedad. Además, este tipo de ansiedad se manifiesta en primer lugar porque nuestro cerebro codifica esas situaciones como amenazantes.
La ansiedad de ser juzgado, de expresarse mal o de quedar en ridículo activa nuestro sistema nervioso autónomo, desencadenando una serie de síntomas: nerviosismo, taquicardia, sequedad de boca, dificultad para respirar, sudoración... Todo ello dificulta aún más la comunicación.
Pensamientos que nos limitan
Nuestra mente puede ser un catalizador de fuerzas o una apisonadora de autoestima y potencial. Entonces, cuando nuestros pensamientos provienen de ideas negativas en las que nos juzgamos tontos o cuando nos mojamos antes de que llueva, probablemente todo lo que nos asustaba sucederá.
El factor situacional
Otro aspecto a tener absolutamente bajo observación es el factor situacional. Hay contextos, momentos y personas que ejercen una mayor presión sobre nosotros, llegando a hacernos dudar de nosotros mismos, hacernos sentir algo inseguros e incluso con baja autoestima.
Un ejemplo lo da un puesto de trabajo en el que se espera de nosotros dotes comunicativas para captar clientes. Esta presión genera angustia, más aún cuando nos percibimos como carentes de esta capacidad. Todos estos elementos nos desafían.
Los secretos para hablar con confianza
Para hablar casualmente, cada uno de nosotros debe referirse a su propia realidad personal. Hay quienes simplemente necesitan ganar experiencia, hay quienes no tienen mucha confianza y quienes tienen pocas habilidades sociales. Otros, en cambio, deben llevar a cabo una reconstrucción más profunda de su mundo interior; tendrán que silenciar inseguridades, fortalecer su autoestima, amortiguar pensamientos negativos, aprender a gestionar la ansiedad…
Todas estas habilidades artesanales requieren tiempo y un profundo compromiso consigo mismo. Una vez que hayas aclarado esto y aceptado el reto, es hora de adquirir estas técnicas básicas para aprender a hablar con confianza.
Estrategias de autoestima para comunicar mejor
- Concéntrese en el mensaje a transmitir: es lo único que importa. Deja a un lado otros pensamientos, miedos, ansiedades y enfócate solo en lo que quieres decir y a quién decírselo.
- Sal de ti mismo y entra en comunicación con los que están frente a ti., ya sea una sola persona, más de uno o una gran audiencia. La conexión es poder y tú también puedes beneficiarte de esta alianza. Si te sientes cómodo, transmitirás confianza. Si tienes miedo, transmitirás angustia.
- Cuando se quiere comunicar con eficacia, no se permite la prisa. Hazlo despacio, idea tras idea, en armonía, con calma pero enfatizando tus palabras para atraer a los demás.
- Vaya directo al meollo del asunto, evite repeticiones o interjecciones.
- Apelar a las emociones, contar anécdotas, personalizar tu discurso… La sencillez siempre tiene su encanto.
En conclusión, Para responder a la pregunta de cómo es posible hablar con confianza, la respuesta es simple: experimentando y practicando la autoestima. Porque cuando por fin logramos tener confianza en nosotros mismos, los miedos ya no son tan grandes, dominamos nuestras inseguridades e incluso nos dejamos llevar por el agrado de aquellas situaciones que hasta hace poco nos parecían amenazantes.