El que juzga dice más de sà mismo que del otro. Hablamos de ello en este artÃculo.
Última actualización: 13 marzo, 2022
Somos personas, todas diferentes y únicas. Para ello cada uno tiene unos comportamientos determinados, una personalidad especÃfica y un mundo interior significativo que muestra su naturaleza. Pero en serio esta singularidad nos lleva a juzgar a los demás.
Sin embargo, la persona que juzga dice más sobre sà mismo que lo que quiere decir sobre el otro. En otras palabras, si juzgo a alguien porque es un hipócrita, quizás deberÃamos mirar en qué aspectos de su vida es hipócrita. Es posible que también deba aprender a ser más flexible y respetar a los demás tal como son.
Respeto quien eres y no te juzgo
Es difÃcil escapar a la sencillez con la que uno juzga a los demás. La variedad de personas que podemos conocer es tan grande como el daño que podemos hacer al hablar de ellas sin conocerlas. Lo mismo sucede incluso cuando los conocemos y no los escuchamos.
Los gustos no son los mismos, ciertamente cada uno de nosotros se comporta de manera diferente y, muy probablemente, la participación de los diversos eventos también es diferente para cada individuo.
Ecco posado una relación sana se basa en el respeto y la tolerancia, aunque sea estrictamente cordial. Compartimos nuestra vida con las personas que apreciamos, con sus fortalezas y debilidades, y nos gustarÃa que nunca cambiaran.
Si alguien te dijo que eres especial, no se equivocó. Tu personalidad depende de tu forma particular de ver el mundo y de estar en él.
Juzgar a los demás equivale a no entender por qué esas personas son como son. No sabemos qué experiencias tuvo la otra persona, qué la hizo ser como es o cuánto la pueden lastimar las crÃticas sin una razón justificada.
Me gusta como soy y no quiero que me juzgues
Juzgar a los demás es como tirar una moneda al aire y ver qué sale: el objetivo puede ser otra persona o nosotros mismos.
Si somos nosotros, no nos gustará que hablen a la ligera de nosotros. Para entender a alguien hay que ponerse en su piel y cuando juzgas no lo haces.
“Conoces mi nombre, pero no mi historia. Sentiste lo que yo sentÃ, pero no pasaste por lo que yo pasé. Sabes dónde estoy, pero no de dónde vengo. Me ves riendo, pero no sabes por lo que he pasado. Deja de juzgarme".
-Anónimo-
Por lo tanto, nos sentimos incomprendidos, desanimados y, a veces, nuestra autoestima puede sufrir. Nos gusta que los demás tengan una idea positiva de nosotros, que nos toman en consideración y nos aceptan.
No importan los defectos o las diferentes perspectivas de los demás. Ahà te hace feliz ser, actuar y vivir de una manera determinada. Por lo tanto, necesitamos que las personas que nos aman aprecien esto más que cualquier otra cosa.
Juzgar a los demás nos define
Ya hemos dicho que el mismo daño que podemos hacer a los demás nos lo pueden hacer a nosotros, entonces es igualmente importante saber y ser conocido.
Nos reconocemos a nosotros mismos a través de nuestras acciones. En otras palabras, si tenemos la costumbre de juzgar a los demás, seremos conocidos por ello y por lo tanto juzgado en nuestro turno. Pero también puede ocurrir que no sea asà y que uno se sienta juzgado sin merecerlo.
Si este es el caso, piensa que no hay razón por la cual las palabras de los demás deban herirte. No te dejes influir por lo que diga alguien sobre ti que ni siquiera está tratando de entenderte. No todos vivimos o experimentamos experiencias de la misma manera.
La persona que hoy nos juzga probablemente esté hablando más de sà mismo que de nosotros, por lo que debemos ser fuertes y dejarnos aconsejar, no juzgar a su vez. Y si nos portamos mal, recordemos que cuando alguien nos juzga, podemos invitarlo a ponerse en nuestros zapatos.
"Conozco muy bien mi historia, asà que soy el único que puede juzgarme, criticarme y aplaudirme tantas veces como quiera".
-Anónimo-