La asertividad es una forma de comunicación que hay que aprender y entrenar. Es importante conocer todos los derechos asertivos fundamentales. Veamos algunos de ellos.
Última actualización: 15 de diciembre de 2020
La asertividad es la capacidad defender sus derechos de forma no agresiva. El derecho a ser uno mismo, a expresar lo que piensa o siente con el máximo respeto por uno mismo y por los demás. Además de esto, una persona puede ser asertiva cuando conoce sus derechos y las posibilidades que tiene para protegerlos.
Hoy nos centraremos en tres derechos asertivos básicos, sin olvidar que existen muchos más. Asà que, en lugar de hacer una lista interminable, analizaremos tres: el derecho a no dar explicaciones, el derecho a afirmarse y el derecho a divertirse.
Asertividad: un concepto poco conocido
Los derechos asertivos básicos son todos aquellos que acompañan a la existencia. Esto significa que los demás disfrutan de los mismos derechos asertivos que nosotros. Un hecho que no se debe olvidar cuando tenemos que elegir la forma en que los defendemos.
La asertividad es precisamente la cualidad, entendida como conocimiento, audacia y saber hacer, que nos permite defender nuestros derechos cuando la situación no les favorece defensa. Gracias a la asertividad, podemos decirle que no a nuestro jefe o a un amigo cuando nos pide un favor o podemos señalar una injusticia cuando un amigo lo hace.
Gracias a la comunicación asertiva podemos expresar opiniones, defender derechos y hacer sugerencias sin violar las de los demás. La comunicación honesta con los demás también nos permitirá mantener un diálogo más saludable, ya que no tendremos que justificar nuestra conducta y esto evitará desacuerdos.
Vamos a hablar de una forma de comunicar que se aprende y se entrena. Para ello, describimos los derechos asertivos más importantes en las siguientes lÃneas.
I 3 derechos asertivos fundamentales
Las explicaciones son voluntarias.
Hay innumerables ocasiones en las que nos sentimos obligados a justificar nuestras decisiones o acciones, incluso nuestras opiniones. Pero ciertamente estamos obligados a dar sólo las explicaciones que queremos dar.
Cada uno es su propio juez, y el derecho asertivo fundamental a no dar explicaciones surge del hecho de que nadie puede juzgar a los demás. Si a menudo te encuentras en situaciones en las que tienes que dar muchas explicaciones que no quieres dar, tal vez estás enfocando tu existencia en complacer a los demás para ser aceptado.
No tienes que complacer a todos, pero ciertamente mereces ser respetado por todos. Muchas de las ideas que tiene no son lógicas, al igual que muchas de sus creencias. Soportar esta inconsistencia frente a usted y los demás y ponerla en práctica requiere práctica... y asertividad.
El derecho a triunfar
Aparentemente, defender este derecho es una tarea difÃcil, ¿no es asÃ? De hecho, a veces puede serlo, y mucho. Para las muchas metas a las que aspiramos y hemos alcanzado, quizás no sin dolor, existe una competencia precisa. Hablemos de uno habilidad que no siempre es correcta o que, por envidia, no duda en sabotear lo que hemos conquistado.
Por otro lado, sÃndrome de Procusto es la denominación que se le da a aquellas personas que sienten la necesidad de menospreciar a quienes las superan. El miedo a ser vÃctimas de esta desagradable situación. obliga a algunas personas a hacer todo lo posible para no sobresalir entre los demás.
La asertividad y el derecho a divertirse
El derecho a divertirse y ser feliz. Muchas personas que trabajan duro, que se esfuerzan dÃa a dÃa, que han pasado por un momento difÃcil o han vivido un hecho dramático, sienten que han despertado después. por supuesto el derecho a la alegrÃa debe ser considerado como fundamental.
La Edad Media fue un perÃodo oscuro, durante el cual la alegrÃa y la sonrisa estaban prohibidas en varios lugares. La visión de la vida como un camino de sufrimiento estaba muy extendida. Y asÃ, en tal escenario, las celebraciones fueron censuradas.
Ciertamente hemos dado algunos pasos adelante en términos de asertividad. Pasos importantes, no hay duda. Sin embargo, todavÃa hoy algunas personas evitan regocijarse o mostrar su alegrÃa por miedo a ser histriónico.