La complacencia puede darnos paz en determinados momentos, pero también puede convertirnos en personas a merced del viento: sin voluntad ni aspiración de controlar el entorno que nos rodea. Presentamos las consecuencias de este hábito.
Última actualización: 29 de marzo de 2022
En un mundo que nos empuja a mejorar constantemente, estar en paz con nosotros mismos es uno de los pilares más fuertes de nuestro bienestar. Sin embargo, este pilar no es inmune al ataque de algunos agentes erosivos, como el conformismo extremo o sistemático. Niveles similares dla complacencia puede ralentizarnos y condenarnos a la infelicidad.
En primer lugar, no estamos obligados a mejorar en ningún área o hacer cambios que no queremos. El desarrollo personal es solo eso, personal. El hecho de que a la pareja le gusten los deportes no significa que nosotros también debamos hacerlo; si un amigo está muy atento a la dieta, no significa que tengamos que imitarlo.
Cada persona es diferente y está más motivada o inclinada a trabajar en determinados aspectos. No todos tienen por qué coincidir, ni todos los momentos van bien. Sin embargo, si hay un aspecto de tu vida que te genera malestar y que deseas mejorar, la complacencia puede impedirnos lograrlo.
¿Qué es la complacencia?
La complacencia se define como el sentimiento de satisfacción con la propia forma de ser o actuar. Estamos satisfechos con nuestra persona y con lo que hacemos; sentimos que ya estamos donde debemos estar y que estamos haciendo lo que debemos hacer. Se trata de la aceptación y la capacidad de estar en paz con la propia realidad.
A la luz de esto, la complacencia tiene un lado brillante y positivo, ya que nos permite aceptar lo que sucede y que no podemos cambiar.
Es evidente que hay una parte de nuestra vida que no podemos cambiar y luchar contra ella nos desgasta. De esta forma, estar satisfecho con la estatura o el temperamento innato (aspectos inmutables) puede ahorrarnos mucho sufrimiento.
Resulta también útil para aquellas personas que suelen ser muy exigentes y rÃgidas. Los que sienten que tienen que dar cada vez más, los que nunca están a la altura, los que necesitan mejorar. En estos casos, aprender a apreciar tu valÃa, reconocer tus méritos y aceptar el aquà y ahora es muy saludable. Sin embargo, de manera similar, la complacencia excesiva es contraproducente de varias maneras.
La complacencia excesiva: un obstáculo para avanzar
El lado oscuro de la complacencia nos lleva a ignorar nuestras responsabilidades. Esas responsabilidades que tenemos hacia nosotros mismos, que es cuidarnos, crecer y hacernos cargo de nuestra vida.
Acusación y victimización
Si nos sentimos satisfechos con lo que somos y lo que hacemos, pero aún estamos insatisfechos con nuestra vida, no tenemos más remedio que culpar a un agente externo.
Por lo tanto, ponemos la responsabilidad sobre nuestros padres, jefes, amigos o socios. Nos convencemos de que son la causa de nuestra frustración e infelicidad., porque no se comportan como deberÃan.
En este autoengaño, la persona siente que ya ha hecho todo lo posible y que si algo sale mal ya no es asunto suyo. Pero es la falta de autocrÃtica lo que impide el cambio. En última instancia, cada uno es responsable de su propia vida.
indulgencia excesiva
La complacencia también lleva a ser demasiado indulgente consigo mismo y perdonarse a uno mismo. por múltiples transgresiones. Por ejemplo, si me pongo el objetivo de empezar a entrenar el lunes, pero es jueves y todavÃa no he empezado, creo un precedente horrible: no puedo confiar en mà mismo.
La complacencia se esconde detrás de la comodidad y el refuerzo a corto plazo. Cuando no tengo ganas de entrenar, estoy convencida de que no pasa nada, que ya llevo una vida bastante sana o que merezco descansar.
Sin embargo, cuando esta actitud se repite dÃa tras dÃa, impide mi progreso; un progreso que me he propuesto y que quiero lograr, pero por lo que no estoy comprometido.
Autoestima deteriorada
Las personas demasiado autocomplacientes tienden a alabarse a sà mismas y alardear de cada pequeño logro, descuidando las posibilidades de mejora. Esto es lo que les sucede a los padres que premian y alaban en exceso a sus hijos: sus palabras están vacÃas.
La autoestima se construye a partir de hechos., los retos superados, los objetivos marcados y alcanzados, los éxitos alcanzados. Cuando aceptas todo, encuentras excusas y no eres honesto contigo mismo, es fácil sentirse menos capaz y más desmotivado.
Estar inteligentemente complacido
No se puede decir que la complacencia sea negativa. Hasta cierto punto (y especialmente para algunas personas), de hecho, es extremadamente positivo. Sin embargo, es importante encontrar un equilibrio junto con la autocrÃtica y la autoexigencia.
Si somos demasiado conformistas, permisivos y autoindulgentes, corremos el riesgo de quedar atrapados en realidades insatisfactorias. Recuerda: acepta lo que no puedes cambiar, pero trabaja en lo que puedes y quieres cambiar.