La dieta mediterránea
La dieta mediterránea es una dieta que DEBE basarse en el consumo de productos típicos de las zonas vecinas de la cuenca mediterránea; la calidad de los alimentos que contiene la dieta mediterránea no engorda ni mucho menos adelgaza; sin embargo, desde el punto de vista nutricional es sin duda una dieta sana y suficientemente equilibrada. Como era de esperar, en 2010 la dieta mediterránea fue proclamada por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
La dieta mediterránea no debe engordar, ya que se basa en el consumo de productos sumamente sencillos y poco elaborados. Los alimentos que caracterizan la dieta mediterránea son:
- Cereales brutos y derivados
- Plantas leguminosas
- Vegetales de temporada
- Fruta de temporada
- Productos de la pesca, especialmente pescado
- Olio extravergine d'oliva
- vino tinto
- Venta marino
Menos frecuente:
- Carni
- huevos
- Leche y derivados
Casi ausente:
- Grasa saturada de condimento
- Alimentos muy azucarados
- Carnes grasas
El punto fuerte de la dieta mediterránea es el alto contenido nutricional de moléculas útiles para el correcto funcionamiento del organismo; entre estos recordamos: fibra dietética, lecitina, vitaminas (todas), sales minerales (todas, incluido el yodo), antioxidantes (polifenoles, licopeno, antocianinas, etc.), ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados (omega 3, 6 y 9) etc. . Por tanto, es posible definir la VERDADERA dieta mediterránea como un régimen saludable y equilibrado.
Muchos de los estilos de alimentación contemporáneos se han inspirado en la composición alimentaria de la dieta mediterránea, adaptándola de forma cuestionable a las necesidades del hombre sedentario moderno, o más bien reduciendo o eliminando los alimentos más energéticos de la dieta: los cereales. Un ejemplo llamativo es la dieta Zone, definida por el propio Barry Sears (para consternación general de seguidores y antagonistas): "la evolución de la dieta mediterránea" [Porta a Porta - 7.12.2011 - Título: ¿Carne, pasta o té de hierbas? ].
orígenes
Los orígenes de la dieta mediterránea
La dieta mediterránea es un estilo de alimentación basado en la supervivencia de las poblaciones costeras, que se alimentaba sobre todo de la pesca, la agricultura y, en parte, del pastoreo; la cría de ganado con fines de matanza estuvo presente, pero no predominantemente como en el interior.
Al contrario de lo que se podría pensar, la dieta mediterránea no se aplica en todas las zonas de la cuenca; algunas regiones (como las del Alto Adriático) nunca han aplicado una dieta similar, ya que el clima predominantemente continental y la conformación aluvial-pantanosa de la tierra no lo permitían. Hasta la fecha, la VERDADERA dieta mediterránea casi ha desaparecido; la variabilidad de los cereales (espelta, cebada, centeno, avena, trigo sarraceno, sorgo ... etc) ya no depende de zonas geográficas y su consumo se realiza principalmente en forma de harinas purificadas (y derivados) obtenidos de selecciones humanas de trigo; el retrocruzamiento se realizó favoreciendo 3 características: rendimiento del cultivo, resistencia a parásitos y alto contenido en gluten. Las porciones de pasta y pan consumidas hasta hace 60 años, propias de los pescadores y pastores que trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer, se han mantenido igual a pesar de que el gasto calórico colectivo se ha reducido a la mitad. Las legumbres se consumían con mucha frecuencia, contribuyendo junto con los cereales al logro del valor proteico biológico necesario para la supervivencia, especialmente donde las condiciones económicas no permitían el consumo regular de carne y / o pescado. Las frutas y verduras eran de origen local y se consumían principalmente frescas a discreción estacional; el sol y la tierra engordada naturalmente le confieren propiedades nutricionales mucho mayores que las verduras de hoy. El aceite de oliva, el vino tinto y la sal marina aportaron el aporte de moléculas esenciales como: ácidos grasos poli y monoinsaturados, polifenoles y yodo. La dieta mediterránea era barata y basada en la supervivencia humana, sin duda suponía una buena densidad calórica pero sobre todo garantizaba una excelente calidad alimentaria.
La dieta mediterránea hoy
Actualmente, lo que queda de la dieta mediterránea es un conjunto de hábitos alimentarios inadecuados y la mayoría de las veces no proporcionados al gasto calórico. El abuso de pasta y pan es frecuente, tanto en cantidad como en frecuencia; las verduras y frutas se consumen poco y mal, prefiriendo los sabores a la calidad de los alimentos sin respetar la estacionalidad de los productos. El pescado también se ha convertido en un artículo de lujo para las poblaciones costeras y su consumo se limita a unas pocas especies de peces, la mayoría de las cuales provienen del exterior; al mismo tiempo, el consumo de carne (especialmente grasa) ha aumentado de forma espectacular. El resultado es un aporte calórico excesivo, un bajo aporte de minerales-vitaminas-antioxidantes y una relación grasa insaturada / saturada a favor de estos últimos.
La dieta mediterránea, en sí misma, NO engorda en absoluto, pero lo que queda de ella ciertamente no es la misma dieta gracias a la cual las poblaciones de la cuenca podrían presumir de una salud y longevidad reconocidas y envidiadas por la mayoría de las poblaciones del mundo.