Tomamos decenas o cientos de decisiones todos los días. La mayoría son más o menos irrelevantes, como decidir qué desayunaremos o cómo nos vestiremos. Pero también hay decisiones que pueden cambiar nuestra vida, haciéndonos más o menos felices.
La forma de tomar decisiones varía de persona a persona. Hay quienes son muy meticulosos y escriben una lista de pros y contras, sopesando cada detalle. Otros son más viscerales, deciden liderados por la Inteligencia Intuitiva.
Pero independientemente del método que usemos para tomar decisiones, hay una pregunta que siempre debemos hacernos: ¿será bueno para mi cordura?
Abismo emocional: el riesgo de no priorizar tu bienestar
Todo lo que hacemos, y todo lo que no hacemos, tiene un impacto directo en nuestra salud mental. Cada decisión que tomamos, y no tomamos, nos define. Cada día tenemos la oportunidad de tomar decisiones que pueden contribuir a nuestro bienestar emocional o, por el contrario, desestabilizarlo.
Pero rara vez somos conscientes del impacto de estas decisiones, rara vez nos detenemos a reflexionar sobre el nivel de estrés, felicidad, bienestar o frustración que generan las pequeñas y grandes decisiones que tomamos.
Al descuidar nuestro bienestar, corremos el riesgo de tomar una serie de "malas" decisiones que tendrán un efecto acumulativo y deteriorarán nuestro equilibrio emocional, hasta el punto de destruirlo. Como resultado, podemos caer en una espiral de decisiones autodestructivas que generarán cada vez más estrés, frustración, enojo o resentimiento.
Una decisión lleva a la otra, casi sin darnos cuenta, por inercia, mientras nos deslizamos - lento pero seguro - hacia un abismo que nos lleva a tocar fondo emocionalmente, sin saber muy bien cómo llegamos allí.
¿Por qué no solemos priorizar nuestro bienestar psicológico? Hay varias razones:
1. Porque no nos han enseñado a priorizar nuestro equilibrio emocional. Porque nos machacaron con el mensaje, completamente equivocado, de que pensar en nosotros mismos es egoísta.
2. Porque no nos preocupamos lo suficiente por nuestro bienestar psicológico. Quizás porque asumimos, erróneamente, que nuestro equilibrio emocional es a prueba de balas.
3. Por costumbre, porque nos han enseñado que hay otros factores más importantes a considerar, como el dinero o el deber.
Cuando las prioridades son claras, las decisiones son simples
Poner nuestra salud mental en la lista de pros y contras al tomar una decisión facilitará enormemente el proceso. Evitará que digamos "sí" solo porque nos sintamos culpables o porque creemos que "debemos" hacerlo, cuando en realidad esa decisión nos hará sentir mal, es incompatible con nuestras necesidades y desatará una tensión emocional completamente innecesaria .
Preguntarnos si lo que estamos a punto de hacer puede mejorar nuestra salud mental es una especie de brújula que nos sirve de guía para tomar desde pequeñas decisiones diarias hasta las más grandes y complejas. ¿Este nuevo proyecto de trabajo será bueno para mi cordura? ¿Esta relación será buena para mi salud mental? ¿Sería bueno para mi paz interior discutir para tener razón?
Tenemos derecho a preocuparnos por nuestro equilibrio emocional antes de tomar cualquier tipo de decisión. Debemos tomarnos el tiempo para cuestionar todos nuestros hábitos diarios, preguntarnos cómo afectan nuestra salud mental. Descubriremos así los comportamientos que son beneficiosos y los que debemos cambiar. ¿Qué actividades mejoran nuestro bienestar emocional? ¿Qué nos hace sentir llenos de energía y felices? ¿Qué nos hace sentir tranquilos y relajados?
Estas sencillas preguntas pueden marcar un antes y un después en nuestra vida porque nos ayudarán a prevenir crisis nerviosas, evitar todas aquellas cosas que nos están agotando emocionalmente y permitirnos reemplazarlas por hábitos más saludables que nos harán sentir más llenos.
Por supuesto, no se trata de caer en un hedonismo extremo. Habrá momentos en los que tendremos que tomar decisiones difíciles que generarán tensión. A veces, para lograr grandes metas o simplemente para ayudar a alguien que lo necesita, tenemos que sacrificar un poco de paz y serenidad. Pero estas decisiones no deben tomarse a la ligera, automáticamente, deben ser decisiones conscientes.
Si es así, debemos preguntarnos, ¿cuánto bienestar psicológico estamos dispuestos a sacrificar? Sin perder nunca de vista que poner nuestra salud mental en el centro y darle la importancia que se merece es cuidarnos y protegernos. Porque aunque no seamos emocionalmente frágiles, a fuerza de concesiones y aplazamientos, nuestra salud mental se resentirá.
Recuerde que "no somos el producto de nuestras circunstancias, somos el producto de nuestras decisiones", como escribió Steven Covey.
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