La resolución de problemas es un proceso psicológico complejo a través del cual intentamos encontrar la mejor manera de superar un obstáculo o enfrentar un desafío. Lamentablemente este proceso no siempre es lineal, pero puede seguir caminos muy tortuosos, arrojándonos a una situación de angustia psicológica cuando creemos que no hay solución.
Por otro lado, conocer las etapas de resolución de problemas nos ahorrará muchos dolores de cabeza. Dotar de una estructura coherente a la situación que nos ocupa y tener un hilo conductor que nos oriente en el camino nos ayudará a poner algo de orden en el caos mental que generan los problemas.
Para solucionar un problema, la experiencia no siempre funciona a nuestro favor
La experiencia puede ser un plus o, por el contrario, convertirse en un impedimento para la resolución de problemas. Psicólogos de las universidades de Hong Kong y Princeton examinaron cómo implementamos estrategias de resolución de problemas pidiendo a un grupo de personas que resuelva una variedad de problemas.
A los participantes se les presentó una serie de cuadrados relacionados. Cada cuadrado de la matriz estaba formado por piezas separadas y las personas tenían que eliminar una cantidad de fósforos manteniendo intacta una cantidad específica de cuadrados. Lo interesante de este tipo de problemas es que generalmente tienen más de una solución, se pueden utilizar diferentes estrategias y estas tienen que cambiar en función de la configuración de la matriz, como suele ocurrir con los problemas de la vida.
Estos investigadores encontraron que los participantes pasaron por dos etapas principales en la resolución de problemas. Al principio se dejaron llevar por las características perceptivas del problema y empezaron a explorar diferentes estrategias, algunas exitosas y otras no.
Posteriormente utilizaron su experiencia acumulada para acotar sus opciones estratégicas, centrándose en aquellas que tuvieron más éxito. El problema es que cuanto más confiaban los participantes en sus conocimientos estratégicos, más dificultades tenían para resolver problemas que requerían la aplicación de nuevas estrategias. En la práctica, padecían algún tipo de fijación funcional.
Esta serie de experimentos nos muestra que para resolver un problema necesitamos mantener la mente abierta, porque es probable que las circunstancias cambien a lo largo del camino y necesitamos la flexibilidad mental para cambiar nuestras estrategias de resolución de problemas.
Las etapas de la resolución de problemas que todos podemos aplicar.
1. Identifica el problema
Puede parecer trivial, pero lo cierto es que identificar el problema real no es tan fácil como parece, sobre todo cuando se trata de una situación que nos involucra emocionalmente. De hecho, cuando el problema genera miedo o tenemos la sensación de no tener las herramientas psicológicas para solucionarlo, tendemos a poner en práctica mecanismos de defensa como el desplazamiento que nos permiten anular la situación problemática de nuestra mente consciente.
En cambio, poder identificar el problema es el primer paso para encontrar una solución. Muchas veces esto significa que dejamos de buscar a los culpables en el exterior y miramos hacia adentro y nos preguntamos por qué una situación nos molesta u obstaculiza.
2. Comprende el problema
Muchas veces el problema lleva consigo la semilla de la solución. Entonces, uno de los pasos para resolver un problema es asegurarse de que lo comprende. No basta con identificar el problema, hay que definirlo. Para ello debemos analizarlo desde diferentes perspectivas.
Por ejemplo, si estamos intentando llevar a cabo un proyecto profesional que no se pone en marcha, necesitamos aclarar los motivos. ¿Necesitamos más formación? ¿Estamos en un sector excesivamente competitivo? ¿Tenemos suficientes recursos? Necesitamos comprender la fuente del problema.
Organizar la información disponible es otro paso crucial en el proceso de resolución de problemas. Tenemos que preguntarnos tanto lo que sabemos sobre el problema como todo lo que no sabemos. En última instancia, la precisión de la solución dependerá en gran medida de la cantidad de información disponible.
3. Toma una distancia psicológica
La mayoría de los principales problemas de la vida tienen el potencial de generar un tsunami emocional. Sin embargo, muchas veces la implicación emocional nos nubla y nos impide pensar con claridad. Es por eso que una de las fases más importantes pero menos conocidas de la resolución de problemas es alejarse de lo que nos preocupa. Para tomar un poco de distancia psicológica, podemos tomarnos unos días alejados del entorno problemático o intentar dejar de pensar un rato en lo que nos preocupa.
Durante este tiempo, la mente inconsciente seguirá funcionando y es probable que genere ideas creativas y perfectamente válidas que conduzcan a la solución del problema. La distancia nos permite superar las fijaciones funcionales que nos impiden pensar fuera de la caja, iniciando una reestructuración mental que nos permitirá ver el problema desde otra perspectiva.
4. Búsqueda de soluciones y desarrollo de estrategias
Cada problema es diferente, por lo que requerirá una solución específica. No siempre se puede llegar a una solución con perspicacia, por lo que será necesario pensar en posibles alternativas para resolver el problema. Syneptics, por ejemplo, es un método de resolución de problemas que utiliza la creatividad para encontrar soluciones originales.
El siguiente paso es desarrollar una estrategia, porque las soluciones que no se materializan en pasos concretos son muy difíciles de poner en práctica. Por tanto, debemos preguntarnos cómo implementaremos nuestra solución. En esta fase de resolución de problemas es importante ser honestos con nosotros mismos y poner en práctica esa estrategia teniendo en cuenta nuestros recursos y nuestra disponibilidad real. No tiene sentido diseñar una estrategia extraordinaria si no podemos aplicarla más tarde.
5. Evaluación del progreso
Muy pocos problemas se resuelven de la noche a la mañana. Generalmente se trata de situaciones complejas que debemos "disolver" pacientemente con el tiempo. Por tanto, otra de las fases de la resolución de problemas es hacer un seguimiento de los resultados que estamos obteniendo. De esta manera nos aseguramos de que estamos en el camino correcto y de que no estamos perdiendo tiempo y energía innecesariamente.
En esta última etapa de resolución de problemas es importante poder adaptar nuestras expectativas. Es difícil para un proyecto profesional despegar en un abrir y cerrar de ojos, por lo que debemos centrarnos en los pequeños pasos que indican que la solución está dando sus frutos. Para hacer esto, es importante detenerse y reflexionar de vez en cuando sobre el impacto de la solución.
También debemos tener en cuenta que las circunstancias cambian con frecuencia, por lo que puede ser necesario realizar cambios en la solución inicial. Esto requiere una gran flexibilidad mental para cambiar de rumbo cuando nos damos cuenta de que la estrategia no es tan efectiva como nos gustaría.