Una vida feliz requiere una gestión adecuada de las expectativas para no hundirse en la decepción o el llamado pensamiento mágico. Desarrollar una visión de la vida más adaptada (y realista) es el secreto del bienestar, pero ¿cómo lograrlo?
Última actualización: 11 de enero de 2022
Manejar expectativas significa saber adaptar metas y creencias para invertir en felicidad. No es una tarea fácil.
Después de todo, tendemos a esperar demasiado de los demás, de nosotros mismos e incluso de la vida. Esta tendencia común nos lleva muchas veces al sufrimiento, porque el bien se reduce cuando sólo se espera lo mejor.
El psicólogo Jean Piaget señaló que a menudo a los niños les resulta difÃcil diferenciar lo que sucede en su universo interior de lo que sucede fuera. A los 6 o 7 años todos atravesamos un perÃodo marcado por el llamado pensamiento mágico y la clásica idea de que sucederá lo que quieras.
Algunas personas llegan a la edad adulta convencidas de este patrón. Esto les lleva a creer que el mundo debe adaptarse a su visión, sus deseos y sus expectativas. Lo que Piaget llamó en su dÃa razonamiento mágico ahora se llama "ley de la atracción" y vende millones de libros en todo el mundo.
Ahora bien, debemos ser claros: la vida no siempre es lo que quieres, las personas (a veces) no son lo que esperas y pasa por establecer metas completamente imposibles. El antÃdoto contra la decepción es cultivar expectativas más realistas.
"Si no esperas nada de nadie, nunca te decepcionará".
-Sylvia Plath-
Estrategias para gestionar las expectativas y no decepcionarse en el intento
Una expectativa es la firme creencia de que algo sucederá. Esta vista se aplica tanto a los eventos como a las personas.
En otras palabras, el ser humano construye expectativas sobre su propio futuro y también sobre su relación con los demás. ¿Significa esto que estas construcciones psicológicas son negativas o contraproducentes? Absolutamente no.
Todos necesitamos seguridad cuando pensamos en el futuro. Tener la esperanza de que ciertos acontecimientos sucedan como esperamos nos da seguridad, calma y bienestar.
Lo mismo ocurre con los lazos afectivos. Asumimos que la pareja, la familia y los amigos nos apoyarán en todo momento porque existe un vÃnculo social basado en la confianza.
Lo mismo sucede en nuestros procesos de toma de decisiones. El trabajo de investigación realizado por la Universidad de Trento muestra que las expectativas median muchas decisiones diarias. Saber regularlos, ser realista y despojarlos de cualquier fragmento de pensamiento mágico será práctico y gratificante.
1. Deshabilitar ciertas ideas
Albert Ellis, creador de la Terapia Emocional Racional (ERT), describió cómo las ideas irracionales median en nuestra angustia. Gran parte de estos sesgos mentales se derivan de expectativas poco realistas que boicotean cualquier intento de ser feliz.
Por lo tanto, debemos tomar conciencia de esos pensamientos que solo nos causan frustración constante. Son los siguientes:
- La vida tiene que ser justa.
- Tengo que complacer a todos.
- Las personas que aprecio siempre deben actuar como espero.
- Los que me rodean siempre deben estar de acuerdo conmigo.
- Tengo que lograr todo lo que me proponga.
- La gente siempre debe entenderme.
- Tengo que hacer todo bien.
- Si me esfuerzo lo suficiente, sucederá lo que quiero.
- Cuando tenga lo que quiero seré feliz.
- La gente puede cambiar si se lo pido.
2. Esperar cosas que están fuera de control es el preludio de la decepción
Para gestionar las expectativas, debemos centrarnos en lo que podemos controlar. Si esperamos ganar la loterÃa, estamos usando el pensamiento mágico. Si esperamos un ascenso sin luchar y trabajar por ello, estamos aplicando el pensamiento mágico.
Lo mismo sucede cuando esperamos que ciertas personas se comporten como deseamos. Ninguno de estos eventos depende de nosotros, por lo que debemos cambiar nuestra estrategia.
Una expectativa realista es lo que nos fijamos sabiendo que tenemos los recursos adecuados para que ocurra. Sin embargo, a veces, aquello por lo que luchamos no siempre sucede, pero la probabilidad de éxito siempre será mayor que cuando confiamos en la suerte o en un tercero.
3. Apéguese a lo que realmente importa, sea realista y cauteloso al manejar las expectativas
Christen Dalsgaard fue una pintora danesa del siglo XIX que retrató a una mujer en el umbral de una puerta mirando ansiosa, como esperando la llegada de su amado. Esta es la representación vÃvida de las expectativas: casi asumo que algo va a pasar.
Para manejar las expectativas, debe ser realista y cauteloso. No es bueno tener grandes expectativas de una pelÃcula que no se ha visto solo porque amamos al director. Tampoco debemos apostar toda nuestra vida a una sola persona. A veces podemos decepcionarnos.
La niña en la pintura de Dalsgaard puede haber tenido grandes expectativas en su mente sobre alguien que finalmente no apareció. Mejor ser cauteloso, cultivar un actitud positiva y confiada, pero con un pequeño matiz de realismo y prudencia.
4. Reduce las expectativas para sorprenderte
La vida puede depararnos sorpresas maravillosas, pero a veces, al mantener altas las expectativas, el impacto se diluye. PodrÃamos esperar, por ejemplo, que la pareja nos regale un viaje a ParÃs y en cambio nos regale un fin de semana junto al mar. Pero, ¿qué diferencia hay si estamos juntos?
Reducir las expectativas para apegarse a lo que realmente importa requiere ser consciente de hacia dónde estamos mirando. Está bien girarlo siempre hacia las estrellas, sobre nuestras cabezas. Sin embargo, la vida sucede justo debajo de nuestras narices. Justo en frente.
Conclusiones
Reducir las expectativas no significa disminuirnos, sino adaptarnos a ese nivel más certero y realista en el que dejarnos sorprender por lo que nos ofrece el destino.