A veces, a pesar de estar al límite de nuestras fuerzas, alimentamos la esperanza y la motivación que nos permiten seguir adelante. ¿De dónde viene esta chispa, esta fuerza vital?
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses llamaron bura bura, o enfermedad del abandono, al fenómeno en el que algunos prisioneros caían en un estado de letargo, hasta el punto de dejarse morir. ¿Dónde encuentra el cerebro la motivación y las ganas de vivir? ¿Cuándo acabamos perdiendo la esperanza, las ganas e incluso el instinto de supervivencia?
Es una pregunta que ha interesado a los expertos durante décadas y no. Para Nick Moloney, uno de los marineros más famosos del mundo, es una actitud mental: morir es fácil, vivir es más difícil. Él mismo se encontró en situaciones límite, donde el dolor era tan intenso que la falta de adrenalina le impedía seguir navegando.
Le sucedió, una vez, quedar atrapado, herido y a la deriva y perder por completo las ganas de vivir. Este es el peor escenario psicológico en el que puedes caer, porque desaparece la esperanza y con ella las ganas de luchar y luchar.
En estos momentos el ser humano se ve obligado a realizar un último esfuerzo, que va más allá de la fuerza física y que apela al ámbito emocional. ¿En qué consiste este último? ¿Cómo recuperar la motivación cuando nos encontramos en situaciones límite?
¿Dónde encuentra el cerebro motivación y ganas de vivir?
Uno de los principales expertos en resistencia psicológica y supervivencia fue Al Siebert., profesor de la Universidad de Michigan. Uno de sus libros más conocidos sobre el tema es La personalidad del sobreviviente: por qué algunas personas son más fuertes, más inteligentes y más hábiles para manejar las dificultades de la vida. En este ensayo presenta numerosos ejemplos de supervivencia e incluso de derrota.
Uno de los casos más llamativos fue el de un avión canadiense que transportaba a 18 militares que se estrelló cerca de una base ártica canadiense. Trece hombres sobrevivieron, logrando avanzar durante cuatro días hasta la base militar. De los otros, tres murieron instantáneamente y dos, a pesar de no estar heridos, murieron congelados. Este último caso dejó a todos desconcertados.
Según asegura Siebert, en esa zona, a pesar del duro clima, la comunidad indígena lleva una vida normal y los niños crecen felices. Los sobrevivientes eran militares, iban equipados y tenían los restos del avión para protegerse del frío. Sin embargo, como cuentan los sobrevivientes, dos soldados decidieron detenerse. Se habían dado por vencidos.
Al Siebert llamó muerte psicógena al fenómeno por el cual el ser humano se rinde y se deja morir. Esto parece ser más común de lo que piensas. Por lo tanto, surge espontáneamente una pregunta: ¿de dónde sacamos la motivación y las ganas de vivir?
Motivación y ganas de vivir: la dopamina no lo es todo
Una cosa que sabemos por la neurociencia es que elLa dopamina y el núcleo accumbens son el centro del placer y la motivación. La dopamina regula conductas que generan bienestar, como comer, socializar, divertirse, tener relaciones sexuales. Pero la supervivencia también se ve impulsada por este neurotransmisor.
Sin embargo, estudios como el realizado en Alemania en el Departamento de Neurociencias de la Universidad de Colonia ofrecen una visión interesante. Los investigadores observaron en ratones que, ante un nivel de dopamina agotado, los animales continuaron realizando conductas motivacionales que garantizan su supervivencia.
También se sabe que los enfermos de Parkinson, a pesar de que su enfermedad provoca una falta de dopamina en el cerebro, no pierden el interés por comer, socializar o realizar aquellas conductas que garanticen su supervivencia. Esto nos muestra que hay algo más que neuroquímica.
La importancia de los hábitos, el propósito y una vida social plena y activa
¿De dónde saca el cerebro su motivación y voluntad de vivir? Hasta hace poco pensábamos que todo dependía de ese universo neurológico: dopamina, serotonina, endorfinas. Sin embargo, el cerebro no produce estos químicos solo por diversión. Se liberan al torrente sanguíneo porque algo favorece este mecanismo.
Sobrevivir requiere esfuerzo y motivación
Pero volvamos al caso de los militares en el Ártico canadiense. Esas 13 personas que fueron salvas tenían esperanza. Sabían que buscar ayuda era un movimiento ganador, en comparación con quedarse quieto y darse por vencido. El simple hecho de tener un propósito estimula la liberación de estos neurotransmisores.
El marinero herido y a la deriva había perdido la fuerza o la motivación para seguir gobernando su barco. Pero lo recuperó al recordar que tenía una familia, gente que lo amaba. Recordar por qué existimos nutre la motivación que nos mantiene vivos, la que nos lleva a luchar por la existencia.
Igualmente importantes son los hábitos. A nadie le gustaría (motivación) levantarse a las 6 de la mañana para hacer ejercicio. Pero ser firmes en nuestros hábitos nos permite mantener un estilo de vida saludable.
Si nos preguntaran de dónde deriva el cerebro su motivación, hay un último aspecto que no debe subestimarse. Como sugiere la palabra misma, la motivación necesita "razones" para actuar. Y estos nos los ofrece la vida activa, los contactos sociales, las buenas relaciones.
La voluntad de vivir no es una dotación de fábrica, hay que encontrarla todos los días fijándonos metas, valorando lo que tenemos entre manos y alimentando la esperanza.