Para ganar en la vida no siempre hay que competir

Para ganar en la vida no siempre hay que competir

La vida no es una carrera. Para ser feliz, no tienes que ser el mejor en todo ni superar a los demás. Somos nuestro único punto de referencia, la única persona a la que escuchar para superarnos.

Para ganar en la vida no siempre hay que competir

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

Para ganar en la vida no siempre hay que cruzar la línea de meta, subir al podio o conseguir una medalla de oro. Aunque de esto nos convenzan, para ser felices no tenemos que competir, medirnos unos contra otros o ponernos a prueba con cientos de retos. El auténtico bienestar se consigue trabajando en ti mismo, tomándote a ti mismo como punto de referencia para conseguir lo que realmente necesitas.



Pues si hay algo que desde pequeños nos inculcan inconscientemente es la necesidad de competir. El primero en terminar su tarea gana, el que obtenga la calificación más alta es el mejor de la clase, el más extrovertido, hermoso y simpático tendrá más éxito en la escuela. Siempre existe la necesidad de "ser mejor que los demás" para obtener recompensas y ganar en la vida.

Debemos dar espacio a nuestra capacidad de esfuerzo ya nuestras ganas de conseguir nuestros objetivos. Trabajar en lo que queremos y dar lo mejor de nosotros en todas las circunstancias es lo correcto. El problema, sin embargo, es que muchas personas sienten la necesidad constante de competir con otras, esforzarte por demostrar que tienes más que los demás y estar siempre un paso por delante.

Estas son situaciones que frecuento y requieren un consumo increíble de tiempo y energía, pero como descubriremos en este artículo, ganar en la vida no significa necesariamente ser competitivo.


Ganar en la vida significa encontrar la felicidad que nos conviene

Hay mucha gente que afronta la jornada como una especie de carrera continua. Necesitamos conseguir el mejor trabajo, el coche más bonito, el árbol de Navidad más espectacular, organizar el cumpleaños más original para nuestros hijos para que se conviertan en los niños más populares del colegio... esto, la competición, ponerse en condiciones de superioridad sobre todos los demás.


Reflexionemos sobre un punto. Quienes interpretan la vida a través de este filtro se obligan a experimentar constantemente una sola sensación: la frustración., la incapacidad de sentirse satisfecho en cualquier aspecto de la vida. Porque siempre habrá quienes serán mejores que nosotros en algo. La necesidad de competir, de ser mejor que los demás, es el más inútil de los sufrimientos.

Ganar en la vida debe ser posible conquistando una felicidad que reside sólo y únicamente en nosotros. Superarse a sí mismo, establecer metas y desafiarse a sí mismo para superarlas es la prueba más satisfactoria de la vida. Sin embargo, pasamos la mayor parte de nuestra vida aplicando lo que los ecologistas llaman el principio de exclusión competitiva, es decir, un desafío continuo con los demás para posicionarnos frente a todos.

Pero algo está cambiando. En nuestro mundo, cada vez más interconectado y globalizado, surgen nuevas dinámicas sociales y necesidades más urgentes. Ahora, como nunca antes, es prioritario establecer una vida basada en la cooperación y menos competencia para resolver los innumerables desafíos que tenemos por delante.

¿Por qué algunas personas prefieren competir en lugar de colaborar?

Hemos pasado buena parte de nuestra vida adoptando un comportamiento competitivo en la mayoría de los ámbitos sociales. Lo hicimos porque era (y es) la única manera de conseguir un trabajo, un papel, la atención o el respeto de un grupo... Bueno, independientemente de las ocasiones en que sea necesario competir, hay quienes lo hacen por naturaleza. Â¿La razón?


  • Las personas a menudo compiten por la baja autoestima. Personas que para triunfar en la vida necesitan sentirse superiores a los demás y alimentar su ego, derribando sus inseguridades. Para ellos, colaborar con otros no reporta ningún beneficio.
  • Otras personas están enfocadas en la envidia, en la necesidad casi obsesiva de tener lo que es de otros, de triunfar donde otros han triunfado.

Por último, pero no menos importante, no podemos olvidar que las personas altamente competitivas y con un perfil claramente agresivo esconden en sí mismas la sombra de un narcisismo patológico y nocivo. Son hombres y mujeres que anhelan el éxito a toda costa, frente a cualquier competidor.



Para ganar en la vida, coopera y sé tu único punto de referencia.

Si quieres ganar en la vida, desafíate a ti mismo. No aspires a lo que otros tienen, no pisotees a otros para ganar una posición de poder. Porque a la larga, siempre te verás empujado a querer más, siempre encontrarás carencias que llenar, envidias que satisfacer. Una vida competitiva es una vida de constante sufrimiento.

Competir contigo mismo es diferente. Poniéndote como un referente de ti mismo y marcando objetivos y retos en tu horizonte, la motivación crecerá y la recompensa final tendrá un sabor diferente. Poco a poco irás construyendo una felicidad a tu alcance, a tu ritmo y adecuada a ti.


Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta un detalle: ha llegado el momento de implementar una inteligencia colaborativa, en la que todos podamos participar aportando ideas, acciones, colaboración. Es momento de dejar la competencia a un lado y crear alianzas para avanzar juntos hacia el futuro creando soluciones para las necesidades reales del presente.

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