"¡Pensar mal duele, pero siempre lo haces bien!" dijeron los antiguos. Pero, ¿es realmente así? Un comentario, un gesto, una noticia, una imagen… Todas las situaciones están sujetas a múltiples interpretaciones. La realidad no es única, sino que pasa por el filtro de nuestras expectativas, deseos y formas de entender el mundo. Algunas personas, sin embargo, son constantemente quisquillosas, son propensas a pensar mal sobre lo que hacen los demás y desconfían de sus intenciones.
La vida te dará lo que esperas, ni más ni menos
Las personas desconfiadas suelen esperar cosas negativas de los demás. Creen que todos los traicionarán, que los demás siempre actuarán por dobles intenciones o que aprovecharán la más mínima oportunidad para apuñalarlos por la espalda.
El problema es que, eventualmente, esta desconfianza se materializa. Como una profecía autocumplida, cuando las personas desconfían constantemente de los demás, esa desconfianza termina afectando sus relaciones. De hecho, es probable que mantengan relaciones más superficiales marcadas por la sospecha. Y también es probable que ellos mismos no sean sinceros en sus intenciones y que les sea difícil compartir ideas y emociones. La falta de autenticidad y sinceridad se infiltrará en la relación.
Si estas personas se están preparando constantemente para lo peor, lo peor vendrá tarde o temprano, porque si continuamente malinterpretan las palabras y los comportamientos de los demás, es probable que quienes los rodean eventualmente se cansen y los abandonen.
No cabe duda de que tarde o temprano alguien nos hará daño. Pero alguien no es todo el mundo. Es importante notar la diferencia y no generalizar. No debemos anticiparnos a los hechos pensando que todos quieren hacernos daño porque solo terminaremos malinterpretando sus comentarios, actitudes y comportamientos, viendo constantemente amenazas donde no las hay. Y vivir así no es vivir.
¿Dónde surge la tendencia a pensar mal de los demás?
Pensar mal en los demás puede tener distintos orígenes, pero la función es siempre la misma: evitar que alguien nos haga daño. Si hemos experimentado muchas decepciones en el pasado, es probable que tengamos tendencia a pensar mal de los demás. Siempre empiezas a desconfiar de los demás y de sus intenciones como parte de un mecanismo para protegerte. Evidentemente, cuantas más decepciones hemos sufrido y más profundas son las heridas emocionales que nos han dejado y mayor es nuestra desconfianza.
Esta tendencia también puede originarse en nuestros padres. Si nos han transmitido la idea de que el mundo es un lugar hostil, donde todo está permitido y nadie se preocupa por nosotros, si nos han repetido hasta el cansancio que la gente nos engañará cuanto antes, que amigos. no somos realmente amigos y que siempre debemos dormir con un ojo abierto, es probable que seamos sospechosos, incluso si no hemos tenido una experiencia directa que confirme estos temores.
De hecho, un estudio realizado en la Universidad de California reveló que las personas con tendencia paranoica, propensas a desconfiar de los demás y creer en conspiraciones, experimentan más sentimientos de alienación y hostilidad, además de pensar que siempre están en desventaja frente a los demás. .y sienten que no tienen control sobre su vida.
Esto significa que esperar siempre cosas negativas de los demás puede generar más sufrimiento y ansiedad, y no siempre nos ayuda a protegernos mejor porque estas preocupaciones suelen ser desadaptativas y no dan paso a un plan de acción, sino que nos mantienen atrapados en un círculo. . vicioso de la negatividad. Y, de paso, de esta forma también haremos sufrir al otro.
¿Cómo lidiar con personas sospechosas?
Aquellos que viven juntos o interactúan con personas sospechosas a diario necesitarán una dosis extra de paciencia y tolerancia. A menudo estas personas nos hacen sentir como si estuviéramos caminando en la cuerda floja, lo que nos obliga a estar en un estado de alerta permanente porque no sabemos cómo interpretarán nuestros comentarios o actitudes.
También es importante tratar de comprender por qué esa persona es cautelosa. ¿Ha sufrido muchas decepciones en su vida? Relacionar a partir de la empatía puede ayudar a suavizar la fricción, ponernos en el lugar de esa persona y ser un poco más comprensivos. Si una persona teme que le hagamos daño, es normal que intente protegerse.
En nuestra vida diaria, también es fundamental que evitamos ser víctimas de malos entendidos, excesiva desconfianza o incluso cinismo. Pensar mal en los demás hará que estemos constantemente en tensión y nos lleve a la soledad.
Tenemos que entender que cada persona que conocemos merece un tratamiento que comience desde cero y no tiene que soportar la pesada carga que llevamos sobre nuestros hombros. Hay un término medio entre ser cauteloso y sospechar o sospechar. Esto no significa que le daremos las llaves de la casa a alguien que acabamos de conocer, sino también que no lo probaremos continuamente para que piense que tiene intenciones negativas. A largo plazo, el principal beneficiario de este cambio de perspectiva seremos nosotros mismos.