El camino al Edén está pavimentado con buena atención. Esto significa que para sentirnos bien y conectados con el contexto que nos rodea, debemos aprender a centrar nuestra atención en lo que es realmente importante.
Última actualización: 23 de febrero de 2021
Muchas personas se preguntan cuándo dejaron de disfrutar las cosas que solían apreciar. Nos preguntamos por qué nos hemos convertido en meros espectadores de nuestro propio sufrimiento o inestabilidad. La respuesta a estas preguntas es que a menudo nos inclinamos a prestar atención a lo que no es realmente importante.
Elegir aquello a lo que prestamos atención es la base sobre la que fortalecemos nuestra vida. Paradójicamente, también es uno de los puntos más grandes que se olvidan. Es como si pasáramos la mitad de nuestra vida en piloto automático. Nuestro entorno requiere mucha atención, pero veremos poco si no sabemos cómo abordarlo correctamente.
De nada sirve pasarse el día recordando lo que nos mortifica, porque entonces solo desviaremos nuestra atención a una idea o situación que no está presente. No tiene mucho sentido centrarse en lo que creemos que sucederá, porque incluso si sucede, nunca sucederá como lo imaginamos. Entonces, ¿no sería mejor prestar atención al presente y sobre el cual podemos actuar? ¿No sería más saludable utilizar nuestros recursos en algo que nos preocupa y no desperdiciarlos en conjeturas o ideas?
Nuestro cerebro envía 50000 pensamientos automáticos y repetitivos al día. Asegurarse de que estos mensajes no ocupen nuestra atención es fundamental para no influir en nuestro comportamiento. "El cerebro siempre está trabajando, incluso si estamos sentados sin hacer nada. Se le puede entrenar para que actúe a nuestro favor”, confirmó el físico teórico Jyri Kuusela, quien trabaja para la Agencia Espacial Europea (ESA) y promueve la adopción del neurofeedback.
Según Elsa Punset, gurú de la inteligencia social: “tenemos que entrenar nuestro cerebro de forma positiva”. Para reprogramar nuestro cerebro debemos empezar a trabajar la atención, o mejor dicho, trabajar la buena atención.
“La capacidad de atención del hombre es muy limitada, por lo que tenemos que trabajarla y estimularla constantemente”.
-Elsa Punset-
No tenemos que mirar al pasado con ira o al futuro con miedo, sino a nuestro alrededor con atención.
Hacer una cosa a la vez significa estar presente en lo que haces, prestándole toda tu atención. Al hacerlo, nuestra atención se concentra donde son realmente útiles y rentables para nuestro cuerpo y nuestra mente.
Lo contrario es correr en piloto automático, no ser conscientes de lo que estamos haciendo mientras lo hacemos. Desconectar del presente realizando actividades rutinarias mientras nuestra mente divaga a otro lugar y tiempo.
Varios estudios han demostrado que los beneficios de la meditación y la atención plena son numerosos. Entrena tu mente para permanecer en el momento presente sin cambiar nada, con una actitud de apertura y aceptación de la realidad tal y como es, provoca importantes cambios estructurales y funcionales en el cerebro en áreas asociadas al bienestar y la felicidad.
La atención espontánea es la única que existe hasta que intervienen la educación y los medios artificiales. No hay nada más en la mayoría de los animales y niños. Pero, fuerte o débil, siempre es causada por estados afectivos. Esta regla es absoluta, sin excepción.
Aprende a prestar atención a lo que es mejor para nosotros
Si queremos que la gente preste atención a lo que decimos, no debemos levantar la voz, sino bajarla, eso es lo que realmente llama la atención. A veces no nos atrae lo que es mejor para nosotros, sino lo que no conocemos.
Una de las cosas en las que todos tenemos que trabajar es la capacidad de dirigir nuestra atención a lo que es más útil y/o mejor para nosotros, y no deambulemos en luchas irreales ni nos perdamos en nuestros pensamientos mientras dejamos que la vida se nos escape.
Las puertas de la percepción están abiertas para todos. En un mundo donde la educación es predominantemente verbal, a las personas les resulta imposible prestar atención seria a otra cosa que no sean palabras y conceptos.
Dominando nuestra atención mantendremos a raya problemas como la ansiedad y la depresión, que se apoderan de nuestra mente cuando nos hacemos cargo del pasado, lo incierto y/o el mundo exterior.
En un espacio vacío, no puede haber muebles. Si lo hay, el espacio no está vacío. La mente del espectador ya está llena. Un espacio desnudo no cuenta ninguna historia. Así, la imaginación, la atención y el proceso de pensamiento de cada espectador son libres, no determinados.