Regulación emocional extrínseca: cuando otros toman el control de sus emociones

Regulación emocional extrínseca: cuando otros toman el control de sus emociones

“Nadie es una isla completa en sí misma”, escribe John Donne. Necesitamos a los demás y los demás nos necesitan. Las emociones de los demás nos afectan tanto como nuestras emociones afectan a los demás. Esta profunda conexión emocional es lo que nos fortalece, pero también nos hace más vulnerables.

De hecho, podemos correr el riesgo de volvernos extremadamente dependientes del apoyo emocional de los demás, lo que nos priva de la capacidad de desarrollar herramientas de autogestión emocional. Es normal que de vez en cuando necesitemos a alguien que nos calme, consuele o anime; pero si esto se convierte en la norma y somos incapaces de manejar nuestros estados emocionales por nuestra cuenta, tendremos un problema, porque dependemos de la regulación emocional extrínseca.



¿Qué es la regulación emocional extrínseca?

Las personas que nos rodean a menudo juegan un papel clave para ayudarnos a manejar nuestras emociones. Si tenemos un proyecto importante, por ejemplo, podemos sentirnos ansiosos o irritados al sentir que no avanzamos y se acerca la fecha límite.

En este estado, en ocasiones, nuestros intentos de gestionar las emociones pueden fallar y acabar generando más frustración. Entonces es cuando llega nuestra pareja, se da cuenta de que hemos entrado en un ciclo destructivo y nos ayuda a salir de él.

Se ha producido una regulación emocional extrínseca, que es el proceso mediante el cual una persona influye en el estado emocional de otra, de forma consciente y con un objetivo específico en mente. La persona que influye en el otro se llama "regulador".

Ni empatía ni contagio emocional, la regulación emocional extrínseca va mucho más allá

La regulación emocional extrínseca no debe confundirse con la empatía o el simple contagio emocional, es un proceso diferente del que forman parte:



1. Intencionalidad. A diferencia del contagio emocional, que ocurre automáticamente, a menudo sin ser plenamente consciente de él, la regulación emocional extrínseca implica intencionalidad. El regulador tiene el objetivo de influir en las emociones de la otra persona, es consciente de querer cambiar ese estado emocional a través de sus acciones, tanto para animar a los que están tristes como para calmar a los que están enojados.

2. Actuación. Podemos sentir empatía por una persona, conectarnos con sus sentimientos y comprenderlos, pero eso no significa necesariamente que hagamos algo para influir en su estado de ánimo. En la regulación emocional extrínseca, por otro lado, el regulador desempeña un papel activo para influir en el otro. Puede ir desde un consejo o una interpretación alternativa del problema hasta un abrazo que da confianza y seguridad.

3. Cambios en las emociones positivas o negativas. La regulación emocional extrínseca no solo mejora el estado de ánimo de las personas, animándolas cuando están deprimidas o tranquilizándolas cuando están enojadas. Este proceso también puede reducir las emociones positivas o incluso generar emociones negativas. Por ejemplo, un regulador puede aumentar nuestro nivel de ansiedad para ayudarnos a cumplir un plazo o reducir nuestro entusiasmo por un proyecto muy arriesgado.

Los 5 errores de los reguladores emocionales

Todos, en algún momento, actuamos como reguladores de las emociones de los demás. Sin embargo, en algunos casos podemos terminar causando daño con la mejor de las intenciones.

1. No darse cuenta de que la emoción es necesaria. Uno de los principales errores que cometemos cuando intentamos controlar el estado de ánimo de los demás es no darnos cuenta de que, quizás, la emoción es necesaria en ese momento. Por ejemplo, tal vez un poco de eustress sea justo lo que necesitamos para terminar un proyecto a tiempo, así que si alguien intenta relajarse, no nos ayudará mucho. El regulador siempre debe sopesar cuidadosamente los costos y beneficios de mantener la emoción que desea cambiar frente a los beneficios que puede traer la emoción que pretende establecer.



2. Elija la estrategia incorrecta. Para influir en el estado emocional de otra persona, debemos considerar una estrategia, que puede ser alentarla a dar un paseo para relajarse o hablar para liberar las emociones reprimidas. Pero si la estrategia falla, puede causar más daño que bien. Por ejemplo, se ha demostrado que hablar del trauma recién sufrido puede contribuir a su consolidación.

3. Supresión expresiva. Una de las estrategias de regulación emocional extrínseca más dañinas suele ser la supresión expresiva, que implica minimizar el problema o las preocupaciones de la persona. Frases como “no te preocupes, no es nada” pueden tener el efecto contrario porque la persona no se sentirá validada emocionalmente, por el contrario, sentirá que tiene que esconder sus emociones porque no es aceptada socialmente.

4. No se ponga en el lugar del otro. A veces tenemos las mejores intenciones, pero no podemos deshacernos de nuestro egocentrismo para ayudar a los demás. Creemos que las estrategias que nos funcionan deben tener el mismo efecto en los demás, y no es así. El hecho de que queramos ir a una fiesta cuando nos sentimos solos o tristes no significa que sea lo mismo para los demás, a menudo tiene el efecto contrario. Por tanto, si intentamos gestionar las emociones ajenas desde nuestra propia perspectiva, tendremos grandes posibilidades de ser iatrogénicos.

5. Ríndete demasiado pronto. La regulación emocional es un proceso complejo que a menudo lleva tiempo. No podemos convertir la tristeza en alegría en un abrir y cerrar de ojos, por lo que rendirse demasiado pronto después del primer intento es un error común cuando intentamos ayudarnos unos a otros.


¿Manejas tus emociones o permites que otros las regulen?

Todos, en algún momento, necesitamos ayuda para manejar nuestras emociones. Cuando atravesamos un momento particularmente difícil, como el final de una relación, la pérdida de un trabajo o la muerte de un ser querido, a veces necesitamos a alguien que nos apoye y consuele. Es normal.


Pero si llegamos a depender casi exclusivamente de otros para regular nuestros estados afectivos, tendremos un problema, porque significa que somos incapaces de identificar, comprender y / o regular nuestras emociones.

Dejar el manejo de nuestras emociones en manos de otros implica desarrollar una dependencia emocional, por lo que podemos sentirnos perdidos y confundidos sin esa persona. Es como si fuéramos un niño pequeño incapaz de manejar sus reacciones emocionales, lo que puede llevarnos a tomar muy malas decisiones. Por tanto, si bien la regulación emocional extrínseca es un fenómeno normal, debemos asegurarnos de recurrir a ella solo en casos concretos.

El agotamiento de los reguladores emocionales.

La regulación emocional extrínseca también puede afectar a las personas que se ven obligadas a actuar como reguladores emocionales de los demás. Estas personas tienen que soportar el peso de las emociones de otras personas, además de las propias, y esto puede conducir a un verdadero síndrome de empatía.

Tener que depender de las emociones de la otra persona para ayudarla a manejarlas de manera más asertiva puede ser tremendamente agotador, especialmente porque a la larga estas personas terminan asumiendo responsabilidades que no les corresponden. Eso no significa que no debamos estar emocionalmente disponibles para ayudar a los demás, pero debemos asegurarnos de que no se convierta en la norma.

Efectivamente, alimentar esa adicción no será bueno para nadie, por lo que si realmente queremos ayudar, debemos poder acompañar sin invadir y apoyar sin suplantar.

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