Salga de la mentalidad transaccional: no espere recibir lo que da, dé lo que es

Salga de la mentalidad transaccional: no espere recibir lo que da, dé lo que es

Las relaciones interpersonales son un arte complejo que implica equilibrar dar y recibir. Damos amor. Nos comprometemos. Nos sacrificamos. Invertimos nuestro tiempo. Dejamos al descubierto nuestras emociones. Nos esforzamos. Y esperamos recibir lo mismo a cambio.

Esta expectativa de reciprocidad se basa fundamentalmente en la creencia en una especie de justicia universal. Creemos que, tarde o temprano, todo lo que hemos dado nos será devuelto. Estamos convencidos de que el universo de alguna manera guarda una especie de archivo donde registra nuestras buenas acciones y, tarde o temprano, se encargará de devolvérnoslas.



Pero la mentalidad transaccional solo conducirá a la frustración y la decepción porque la vida es injusta, el universo no lleva un registro y la gente no siempre nos devuelve lo que les damos.

Los principios detrás de la mentalidad transaccional

Muchas personas desarrollan subconscientemente una mentalidad transaccional. Este tipo de mentalidad se basa en dos principios fundamentales:

1. Evalúe la transacción frente a la relación.. La persona con mentalidad transaccional se enfoca más en lo que recibirá que en la calidad de la relación que está construyendo. Da amor porque espera recibir amor. Ayuda al otro porque espera que el otro la ayude. Trabaja duro porque espera que no la dejen sola. Convierte la relación en una especie de "cuenta de inversión" donde solo deposita atención, cuidado y tiempo porque espera recibir exactamente lo mismo a cambio.

2. Priorice sus propias necesidades sobre las de los demás. Aunque las personas con mentalidad transaccional pueden parecer muy comprometidas, comprometidas y desinteresadas, su objetivo final es en realidad "comercial". Establecen relaciones con la esperanza de que los demás satisfagan sus necesidades y que, si es necesario, pasen a un segundo plano para darles prioridad. Su enfoque es fundamentalmente egocéntrico porque tratan de usar a otros como piezas de ajedrez que pueden mover como les plazca.



Estas personas creen que ayudar y amar es una especie de cheque en blanco que los demás deben estar dispuestos a pagar en cualquier momento. Su mentalidad transaccional les impide comprender que la ayuda y el amor no son moneda de cambio y que se les da sin pedir ni esperar nada a cambio.

La trampa de la mentalidad transaccional

El principal problema de la mentalidad transaccional es que la persona subordina las relaciones a los beneficios que puede obtener. Considere las relaciones interpersonales como un intercambio del que puede beneficiarse, generalmente en términos emocionales. Sin embargo, es poco probable que reconozca sus motivos ocultos, ya que la mentalidad transaccional está tan arraigada que cree que es normal y predecible.

En realidad son personas que son incapaces de satisfacer sus propias necesidades y tratan de satisfacerlas a través de los demás. Odian la soledad y buscan a alguien que les haga compañía. No se aman lo suficiente y buscan a alguien que los ame. No tienen en cuenta que el otro también tiene sus propias prioridades, sus necesidades y sus metas en la vida, que no siempre coinciden con las suyas.

A largo plazo, la mentalidad transaccional tiende a hacer que estas personas sean demasiado exigentes. Son especialistas en hacer que los demás se sientan mal si no obtienen lo que quieren recurriendo a diversas técnicas de manipulación incriminatorias.

De hecho, relacionarse con una persona que tiene este tipo de mentalidad puede resultar muy confuso y frustrante. Es probable que nuestros instintos nos hagan desconfiar de esa generosidad, dedicación y sacrificio. Sin embargo, esta desconfianza también puede hacernos sentir culpables, como si fuéramos ingratos, después de "todo lo que han hecho por nosotros".


En realidad, lo que pasa es que esa gente nos "atrapa" en sus redes. Aunque no siempre somos plenamente conscientes de ello, en cierto modo sentimos que estamos contrayendo deudas de relación que luego tendremos que pagar muy caro.



No esperes recibir lo que das, da lo que eres

La alternativa a la mentalidad transaccional es cultivar una mentalidad sensible. Cuando asumimos una mentalidad sensible somos capaces de ponernos en la piel del otro, en lugar de adoptar una postura egocéntrica. Dejamos de obligar a otros con deudas de relaciones a cambio de nuestros favores. Entendemos que nadie nos debe nada.

Empezamos a entender que si bien no recibimos todo lo que damos, damos lo que somos, y eso es lo que realmente importa. Así que dejemos de buscar el amor y demos amor. Dejamos de buscar compañía y ofrecer compañía. Dejamos de buscar apoyo y ofrecemos apoyo.

La mente sensible ayuda al otro porque ese acto lo hace sentir bien, no porque espere recibir algo a cambio. Dejemos de "comercializar" las relaciones y de contar favores. Entonces podremos celebrar como un gran regalo cada gesto de amor, cada pequeño sacrificio y cada compromiso recíproco.


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