Cuando tenemos que tomar una decisión, la actitud más común es mirar hacia el futuro. Es decir, analicemos los pros y contras de la decisión y los desarrollos que tendrá en el futuro. Por ejemplo, a la hora de decidir el tema de estudio, la actitud más habitual es la de
examinar las perspectivas laborales reales que tendremos en los primeros cinco años después de graduarnos.
Hasta aquí todo es lógico y racional. Pero el problema es que parece que no somos muy buenos para predecir cómo reaccionaremos ante situaciones, al menos emocionalmente.
Así lo demuestra un estudio realizado por los psicólogos Sevdalir y Harvey, quienes reclutaron a 47 personas, les dieron 10 libras y luego les dijeron que podían compartirlo, como mejor les pareciera, con un extraño que estaba en la habitación contigua. Pero también señalaron que si el extranjero rechazara su oferta ambos se encontrarían con las manos vacías. Más tarde se les preguntó cómo se sentirían si esto sucediera.
Como puedes imaginar, todo se preparó adecuadamente de antemano para que el vecino desconocido siempre rechace la oferta y la persona pierda el dinero. El propósito del estudio fue evaluar la precisión con la que las personas podían predecir sus emociones cuando se enfrentaban al rechazo. En este sentido, después de que se rechazó su oferta, se pidió a las personas que calificaran sus sentimientos.
Sorprendentemente, la mayoría de las personas se sintieron menos decepcionadas de lo que esperaban. Pero eso no fue todo. En un segundo experimento, esta vez con 27 estudiantes voluntarios, se les pidió que pronosticaran cómo se sentirían si se les diera una calificación.
bajo o alto en uno de los exámenes finales.
Los investigadores volvieron al tema una vez terminado el examen y les preguntaron a los estudiantes cómo se sentían. Nuevamente, se observó que sobrestimaron sus sentimientos, tanto negativos como positivos.
¿Qué indican estos experimentos?
Algo que los psicólogos dedicados a la práctica terapéutica siempre han sabido: las personas tienden a exagerar los efectos de las situaciones. Es decir, sobreestiman el impacto emocional de los eventos en su vida.
Entonces, cuando tenga que tomar una decisión importante, recuerde que probablemente esté sobrestimando el impacto emocional de las consecuencias. Si está haciendo una lista de pros y contras y le está dando un valor numérico a cada factor, reste un punto de las emociones. Así estarás más cerca de la realidad.