Hay personas que experimentan continuamente una profunda
sentimiento de culpa. Es como si hubieran decidido cargar con los problemas del mundo sobre sus hombros. En realidad, no lo han decidido, son así. Son personas que se disculpan por todo lo que sucede a su alrededor, incluso cuando no es culpa suya, pero aún así se sienten responsables. En el campo de la psicología esta condición se conoce como
"Propensión a culpar"Ciertamente no es fácil vivir con esta carga sobre sus hombros. Por tanto, no es de extrañar que estas personas hagan todo lo posible en un intento por deshacerse de este sentimiento. Sin embargo, los investigadores ahora han encontrado un lado positivo de la culpa: estas personas desarrollan una mayor capacidad para reconocer las emociones de los demás, o al menos, sus expresiones faciales.
Investigadores de la Universidad de La Trobe pidieron a 363 personas que indicaran cómo se sentirían en 11 escenarios hipotéticos negativos. Uno de ellos se refirió a la posibilidad de cometer un grave error en un proyecto de obra. En este caso tuvieron diferentes respuestas, como por ejemplo: “Tenía que reconocer el problema y hacer mejor el trabajo”, lo que denota el sentimiento de culpa. Otra respuesta fue: "Me gustaría hundirme bajo tierra", lo que se interpretó como un signo de vergüenza. De hecho, aunque el sentimiento de culpa y vergüenza pueda parecer idéntico, en realidad la vergüenza está más relacionada con pensamientos incómodos que se refieren a nuestros pensamientos de "yo" como "¿qué dice este error sobre mí?" mientras que la culpa se centra más en el acto en sí, con pensamientos como: "¿Cómo pude hacer tal cosa?". Otras posibles respuestas indican desapego o ausencia de preocupación, como: "bueno, nadie es perfecto" Más tarde, la gente miró fotografías de actores que muestran diferentes expresiones faciales, con emociones de diversa intensidad. El objetivo era etiquetar correctamente las emociones como felicidad, tristeza, disgusto, miedo, enfado o vergüenza.Curiosamente, las personas que mostraban una propensión a sentirse culpables eran más capaces de detectar las emociones de otras personas. De hecho, mostraron una buena sensibilidad para reconocer incluso los estados emocionales más sutiles; sin embargo, aquellos propensos a experimentar vergüenza no revelaron habilidades especiales para detectar emociones. De hecho, también mostraron una capacidad reducida para identificar emociones positivas en los demás. Estudios anteriores confirman estos hallazgos, y también informan que las personas que tienden a sentirse avergonzadas también son menos empáticas, lo que probablemente se deba a que se concentran demasiado en su "yo".
De hecho, este no es el primer experimento que aborda la culpa. De hecho, estudios anteriores han demostrado que las personas propensas a la culpa muestran niveles más altos de ajuste psicológico a diferentes contextos. Es decir, por lo general mantienen buenas relaciones interpersonales, desarrollan excelentes habilidades sociales y no exhiben un comportamiento antisocial. En cualquier caso, las personas que se sienten mal por la culpa deben saber que este es probablemente un efecto secundario de su sintonía con las emociones de los demás, ya que tienen una mayor sensibilidad para notar si sus palabras o comportamiento han lastimado a la otra persona. De modo que, después de todo, la culpa no es tan mala.