La madurez emocional no es una consecuencia natural del paso de los años. Una cosa muy común es ver todavía a un adulto luchando con arrebatos, esa sensación de frustración que irrumpe cuando las cosas o las personas no son lo que esperas o quieres.
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Los ataques de ira también son un fenómeno común en los adultos, más de lo que se piensa, aunque no son tan notorios como en los niños. Generalmente son más discretos y silenciosos pero, al final, nosotros también tenemos que lidiar con la frustración, con esas emociones negativas que nos hacen perder los estribos.
Cabe señalar, que ni los años ni la experiencia son suficientes para hacernos personas proactivas y emocionalmente eficientes. Por lo tanto, puede suceder que asista a un estallido de ira de un adulto que patalea y dramatiza como un niño de tres años. Debemos recordar que en cada uno de nosotros hay un niño que se siente herido y apenado cuando el mundo no es como él espera.
Tener altas expectativas y ver que no se hacen realidad, ser incapaz de manejar la decepción, la ira o tener tendencia a acumular demasiadas emociones negativas juntas; son situaciones que, tarde o temprano, implosionan dentro de nuestra mente haciéndonos perder el equilibrio y el bienestar.
Es normal tener pequeños ataques de ira en el día a día: son crisis que somos capaces, más o menos, de disimular. Pero cuando se convierten en una constante en nuestra vida, pueden tener efectos nocivos. Por lo tanto, puede ser útil para todos conocer una estrategia simple para tratar con ellos.
El cerebro emocional responde a los eventos más rápido que el cerebro racional.
–Daniel Goleman–
Los ataques de ira y la técnica de las tres horas
Ser adultos no nos exime de sufrir ataques de ira, sin embargo estos se manifiestan de una forma muy diferente a la de la niñez. Por un lado, una de las principales razones por las que se utiliza la psicoterapia es para llegar a un nivel de ansiedad tan alto que ya no sabes qué estrategia aplicar. Profundizando en el origen de este estado disfuncional, por tanto, no es de extrañar que descubramos un patrón idéntico.
Por ejemplo, hay quienes siempre se sienten defraudados por el comportamiento de los demás. Familiares, amigos, compañeros, socios, todos son incorrectos y, si no lo son, tarde o temprano terminarán cometiendo errores. Esta frustración a menudo se materializa en forma de ira reprimida. Son islas de dolor silencioso que llevan a la mente a luchar entre la tristeza, la ira y el dolor.
Los arrebatos de ira de los adultos casi nunca se manifiestan derribando o rompiendo objetos.la. La mayoría de ellos comienzan y terminan en la soledad de su propia habitación, dando rienda suelta a las lágrimas. No siempre es fácil racionalizar lo que nos sucede en la vida cotidiana. Los hay que son más capaces de gestionar y aceptar la frustración y los que, por el contrario, son vulnerables. Es en este caso que se vuelve imprescindible contar con una estrategia de afrontamiento.
La regla de las tres horas para afrontar los ataques de ira
Daniel Goleman, en su libro Emociones destructivas nos advierte: el cerebro emocional es el primero en reaccionar ante lo que sucede a nuestro alrededor. Esto significa que cualquier evento pasa primero por el filtro emocional, luego por el racional.
Estudios como el realizado por Joseph E. LeDoux, profesor de la Universidad de Nueva York, también lo han demostrado. Somos seres que actuamos emocionalmente y las emociones muchas veces nos “juegan una mala broma”.
Entonces, ¿qué hacer cuando nos sentimos esclavizados por las emociones? ¿Cómo comportarnos en momentos de ira y frustración ante algo que no nos gusta?
actuar-respira-conc-ntrate-y-act-a">Tienes tres horas para actuar: respira, concéntrate y actúa
Una rabieta suele tener consecuencias negativas. Por un lado, encontramos el grupo, menos numeroso, de personas que reaccionan de forma desproporcionada, levantando la voz, hablando irrespetuosamente o incluso rompiendo objetos. Por otro lado, está el grupo de los que se repliegan en un silencio lleno de ira y frustración.
Para evitar ambas situaciones, podemos recurrir a una sencilla estrategia que tiene un punto de partida preciso: la conciencia. A partir del evento negativo, molesto o frustrante, tenemos tres horas para actuar correctamente. Pasado este periodo, será difícil resolver la situación de forma madura, adulta y proactiva. Y también para gestionar adecuadamente el nudo emocional de la frustración. Estos son los pasos a seguir:
Respira, no te dejes llevar por la primera emoción
Cuando nos sentimos frustrados, la primera emoción que surge es la ira. Podemos (y debemos) aceptar su presencia, pero nunca dejar que nos abrume. Primero, necesitamos disminuir su impacto, aliviar la tensión física que acompaña a esta emoción y disminuir los pensamientos negativos que suele llevar consigo.
Si el enojo o la ira están bajo control, será más fácil pensar también. Una técnica para lograr el primer objetivo es la respiración profunda.
Concéntrate, busca la calma interior.
Los arranques de ira son propios del niño que aún no sabe gestionar su propio universo emocional. Luchar con esta dimensión es parte del proceso normal de madurez.
Como adultos ya deberíamos haber pasado esta etapa. Si no, se deben tomar medidas. Una vez que haya calmado su ira, es importante concentrarse, pensar de manera madura y equilibrada. Tenemos tiempo de sobra para hacerlo: en estas dos o tres horas tendremos que llegar al fondo de nuestro malestar y frustración.
- ¿Qué me molestó? ¿Hay alguna razón lógica para sentirse así?
- ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor y evitar que esta situación vuelva a ocurrir?
Con calma y paciencia, responde a estas preguntas.
actuar
El último y más importante paso es generar una respuesta conductual adecuada en esas tres horas. No lo dejes para el día siguiente. Un brote de ira en la edad adulta se produce porque se percibe una amenaza, un elemento que decepciona o carece de derecho. Hará esto solo después de evaluar y llegar a la conclusión de que es apropiado actuar.
Pedirás explicaciones a quienes te han hecho daño, exigirás respeto o te pondrás límites. En esencia, se trata de poner en marcha un comportamiento correcto y razonado que te haga sentir equilibrado, maduro y respetado.
Si por el contrario, después de reflexionar, te das cuenta de que has actuado por impulso, un valioso ejercicio es admitirlo y disculparte.
La madurez emocional no es una conclusión inevitable, no es una actualización de fábrica que se instala una vez que alcanzas cierta edad.. Tenemos que favorecer este proceso y para ello nada mejor que trabajar esos arranques de ira internos y muchas veces silenciosos.