Pocas ramas de la psicología se han vuelto tan famosas como la psicología positiva. Con ella comenzamos a tomar conciencia de la importancia de nuestras emociones.
Última actualización: 11 de diciembre de 2019
Pocas ramas de la psicología han llegado a ser tan famosas como la psicología positiva. Con ella comenzamos a tomar conciencia de la importancia de nuestras emociones. En un momento determinado de la historia occidental, tras la oscura Edad Media, con la Ilustración, la razón empezó a prevalecer sobre la fe. La lógica de la Ilustración elevó la ciencia y recordó que ni la tierra es el centro del universo ni el hombre es el centro de la naturaleza.
Nietzsche simbólicamente mató a Dios ("Dios está muerto", lo que, paradójicamente, aunque el tiempo verbal sugiere esto, no significa que Nietzsche pensara que Dios realmente existía). Thomas Hobbes afirmó más tarde que el peor enemigo está en casa., con el concepto de homo homini lupus. Es decir que de alguna manera sería mejor para el hombre que la especie humana se extinguiera.
Siguiendo este hilo conductor, el hombre muerto, debilitado, observado con lupa, como un grano de arena en un cosmos inmenso, la psicología vuelve su mirada a nuestros mecanismos más íntimos: las emociones. Y, efectivamente, el siglo XXI parece ser el siglo de las emociones; de inteligencias múltiples, es cierto, pero sobre todo de la emocional. La que nos ayuda a luchar contra ese lobo que habita en las personas que nos acompañan, pero sobre todo contra lo que habita en nuestro interior.
Una mirada diferente a los ojos de la psicología positiva
Quizás el mayor éxito de la psicología ha sido que ha dado un cambio a lo que más nos preocupa. Lo explicaré. Cualquiera de vosotros que haya estudiado psicología en la universidad -y por tanto también metodología- recordará que Uno de los peores quebraderos de cabeza que puede afectar a un investigador son los casos atípicos (outliers). Hablamos de aquellos casos que se alejan mucho de las expectativas, teniendo en cuenta diferentes fuentes, como las mismas herramientas de estudio o la literatura.
Muchos investigadores los ven como una fuente de error. Hay, de hecho, una enorme cantidad de procedimientos estadísticos -ni se imaginen lo complejos que son- para asegurar que estos valores interfieren lo menos posible con los resultados de un estudio. Una de las causas que con mayor frecuencia subyace a estos datos anómalos e inesperados es un error de mediación o de codificación (al pasar los datos al programa estadístico).
Un ejemplo practico
Tomemos un ejemplo. Imaginemos que un psicólogo realiza un examen para medir la ansiedad de una muestra de personas. Son 15 preguntas, a cada una de las cuales se le puede dar una puntuación de 1 o 0, por lo que la puntuación máxima del examen es de 15. Sin embargo, una vez que introducimos los datos en el ordenador, nos damos cuenta de que una persona ha obtenido una puntuación igual a 113. Obviamente esto es imposible. Lo más probable es que nos hayamos equivocado al transcribirlo.
En algunos casos esta conclusión no es tan obvia. Si hubiéramos transcrito un 11 en lugar de un 1, el dato en cuestión no nos habría llamado la atención: a primera vista, no se habría tratado de un caso atípico. Demos un pequeño paso adelante y compliquemos las cosas: imagine que todas las personas menos una obtuvieron una puntuación entre 2 y 5. Sin embargo, nuestra persona atípica obtiene una puntuación de 14. Extraño, ¿verdad?
¿Qué hacer con este 14? Bueno, como decíamos antes, la estadística ha generado una enorme cantidad de soluciones para nuestro valor atípico (piensen que, como decía mi estimada coordinadora del posgrado, los estadísticos viven de esto) y lo ha hecho tanto a nivel univariado como multivariado. . La mayoría se mueven en una dirección: limitar al máximo su influencia a la hora de hacer comparaciones.
Psicología positiva: estudiar la felicidad donde está presente, no donde falta
En este punto, dejemos la metodología a un lado para explicar por qué la llamada psicología positiva representó una revolución. Su objeto de estudio no eran las puntuaciones predecibles, esas que rondaban la media, sino esos valores atípicos tan disminuidos.
Lo que ocurre en la fase de consulta no escapa a esta reflexión. Ojo, porque muchas veces los psicólogos o el paciente/cliente intentan acercarse a la normalidad y esto significa acercarse a la media.
Sí, me dirás que me equivoco, que la psicología ya había hecho todo esto. Ya había estudiado a aquellos pacientes que, por ejemplo, puntuaban mucho más alto en una escala de ansiedad. O que, en la fase de duelo, entró en una depresión aguda. Sin embargo, lo que no hizo a fondo fue estudiar los casos "positivos" atípicos. Por ejemplo, aquellos que se enfrentaron a una situación potencialmente ansiosa exhibieron niveles moderados de ansiedad o aquellos que se recuperaron rápidamente después de un evento potencialmente traumático.
La psicología positiva nos decía: “bueno, hay que empezar a estudiar a esas personas atípicas de todos modos desde un punto de vista que hasta hace unos años se había ignorado: el de la salud, más que el de la enfermedad, aislado para minimizar el ‘error’. Al mismo tiempo, este cambio representó un fuerte viento de esperanza. Una forma de decir: también tenemos ejemplos que nos dicen que es posible, que lo anómalo va mucho más allá de la enfermedad o patología, que hay anomalías que nos gustaría que fueran más comunes.
Necesitamos estudiar los temas extraordinarios, en lugar de eliminarlos de las estadísticas. Ellos nos pueden ayudar a mejorar la media, porque ellos tienen la clave, conocen el camino para memorizar mejor, para estar más tranquilos, más resistentes…
¿Reaccionamos a las percepciones oa la realidad?
Uno de los pilares sobre los que se asienta la psicología cognitiva es el que sostiene que no reaccionamos a la realidad, sino a lo que percibimos.
Si vemos que se acerca un tigre y no detectamos ningún obstáculo que impida que se lance hacia nosotros, tendemos a entrar en pánico. Sin embargo, esto no significa que ese obstáculo no exista: el tigre puede tener una cadena alrededor que le impide correr hacia nosotros, haciéndole imposible atacar. A pesar de esto, nuestro corazón comienza a latir con fuerza.
Trabajar sobre lo percibido en el caso del tigre es una gran desventaja. Sin embargo, la psicología positiva nos dice que podemos convertir esta distancia a nuestro favor, ese filtro que necesitamos para procesar lo que nos llega a través de nuestros sentidos. ¿Cuántos desafíos te has enfrentado con la sensación de que todo estaba perdido antes de empezar? ¿En cuántos desafíos te ayudó el impulso inicial a superar los obstáculos más complicados? Bueno, sí. Para cerrar el círculo, es la psicología positiva y las emociones las que nos hacen extraordinarios.