Manejar el estrés laboral es una tarea cuyo éxito está íntimamente ligado a estrategias efectivas, diseñadas para regular la intensidad de nuestras emociones cuando las cosas no salen como queremos.
Última actualización: 30 de abril de 2020
Manejar el estrés laboral es una tarea cuyo éxito está íntimamente ligado a estrategias efectivas, diseñadas para regular la intensidad de nuestras emociones cuando las cosas, en el trabajo, no salen como nos gustaría. La mayoría de las personas necesitan estrategias específicas para lidiar con las realidades de las pequeñas y grandes empresas que son conflictivas, frustrantes y, en cierto sentido, incluso normales.
Muchas profesiones modernas nos obligan a exponernos a varios estímulos simultáneamente. Casi todo el mundo se siente lleno de compromisos, estamos presionados para trabajar más rápido, de forma más productiva y menos conflictiva. Toda esta presión genera estrés.
Esto ocurre casi todos los días. Rara vez una persona hace su trabajo en silencio o piensa que recibirá comprensión si comete un error. Esto en sí mismo es estresante. Y si a todo esto le sumamos la presión de los ingresos y quizás otros problemas personales, la situación se puede complicar. Por ello, es bueno conocer algunas pautas para gestionar el estrés laboral. Te presentamos tres de ellos.
Si estás afligido por una percepción que se refiere a un evento externo o un evento interno, no es esta percepción la que te perturba sino tu propio juicio sobre ella; sentencia que está en su poder de revocar en cualquier momento.
-Marco Aurelio-
3 estrategias para gestionar el estrés laboral
1. Asimilar la información disponible
Una de las principales razones por las que sufres estrés es la interpretación superficial de los hechos. Cuando estamos bajo presión y angustia porque nos vemos obligados a cumplir con nuestros deberes, podemos tender a analizar la situación sin mucha objetividad. Esto no ayuda a controlar el estrés laboral.
El estado de ánimo afecta nuestra percepción y viceversa. Bajo presión tendemos a interpretar muchos estímulos como amenazantes cuando en realidad no lo son. Esto, en particular, porque tenemos en nuestras manos la solución de una tarea urgente ya la que se suma un hecho conflictivo o problemático.
Bajo estas condiciones llegamos a percibir que las cosas están fuera de nuestro control o que la situación es más grande que nosotros. Sólo entonces vale la pena tomarse un minuto para analizar los hechos con mayor claridad. Casi siempre nos damos cuenta de que no fue tan malo como pensábamos. Actuar de forma rápida e instintiva no es bueno. En primer lugar, siempre es mejor digerirlo.
2. Evita las prohibiciones psicológicas para gestionar el estrés laboral
El estrés saca a relucir en nosotros nuestros prejuicios cotidianos (la tensión, de hecho, nos empuja a buscar atajos para procesar la mayor cantidad de información posible en el menor tiempo posible). Ese mal presentimiento que a veces nos invade y que nos llena de malestar se produce, por ejemplo, cuando nos asignan una tarea y luego otra. Entonces decimos cosas como “me toca a mí hacer todo”. Lo más probable es que esta afirmación sea infundada.
Lo peor es que estos prejuicios solo se suman al malestar que ya sentimos. Nos impiden gestionar de la mejor manera el estrés laboral. Al contrario, lo fomentan. Nos llevan a victimizarnos ya ver en los demás enemigos potenciales.
Por eso es importante dar un paso atrás: no permitir que estos pensamientos automáticos se apoderen de nuestra facultad de pensar, llevándonos a trastornar todo, de manera autodestructiva. Nos ayudará mucho respirar hondo un par de minutos y tener en cuenta que un análisis más profundo puede ayudar.
3. Sé más flexible y aprende a relajarte
La rigidez mental tiende a complicarnos la vida. Saber vivir significa aprender a adaptarse a las diferentes circunstancias, sin que ello signifique abandonar líneas de conducta o principios de vida. La mayoría de las veces no tenemos que ir en contra de nosotros mismos en un tema que es importante para nosotros: basta con ceder un poco para vivir más tranquilos.
Por lo general, la presión del entorno que nos rodea y la tensión interna nos hacen más estrictos e inflexibles. También es una forma de defendernos, de preservarnos y de imponernos. Básicamente hay una especie de miedo que viene de la incapacidad de manejar la situación y la inflexibilidad se convierte en una estrategia equivocada de asumir el miedo.
Para gestionar adecuadamente el estrés laboral, es necesario encontrar o planificar técnicas de relajación. Cualquier medio es válido si nos permite relajarnos y, por tanto, ser más flexibles. Muchos conflictos innecesarios surgen de esta tensión entre dos realidades que intentan ocupar un lugar preponderante.
Todas estas pautas para manejar el estrés laboral resaltan la importancia de no perder el control en medio de la tormenta. Este es el principio y el eje de todo lo demás. Dar rienda suelta a la angustia no nos lleva a ser mejores empleados, al contrario, nos convierte en personas ansiosas, en riesgo de conflicto o error.