Si bien puede sorprender, los adultos y los niños comparten algunos estados de ánimo. Este es el caso de las rabietas que describiremos en este post
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Cuando hablamos de rabietas o berrinches, generalmente nos referimos al comportamiento típico de un niño. Sin embargo, no es de extrañar que tales manifestaciones también puedan ocurrir en la edad adulta. A veces, de hecho, estas emociones primarias son desencadenadas por situaciones en las que prevalecen elementos negativos, como la frustración, la envidia o la decepción.
Para el conductismo, la corriente de la psicología que estudia el comportamiento humano en base a estímulos y respuestas, los arrebatos son claramente comportamientos desadaptativos. Aunque no conducen a nada concreto (o realmente útil) no significa, sin embargo, que estas dinámicas no tengan un significado que necesite ser analizado y estudiado. En efecto, estos caprichos emocionales expresan un mensaje muy rico en contenido.
"Sigue tu corazón pero lleva tu cerebro contigo".
-Alfred Adler-
Entre los 2 y los 4 años, los arrebatos de ira son una manifestación normal en el desarrollo emocional de un niño. Son poco más que un desafío forzado que todo padre debe aprender a manejar, con calma y eficacia. Sin embargo, a menudo crecer y convertirse en adulto no ofrece automáticamente la capacidad y la madurez para reconocer y controlar estas y otras emociones.
Muchos adultos todavía tienen inteligencia emocional infantil. Si no han tenido la oportunidad de aprender a canalizar y comprender sus universos emocionales, es común que sigan cargando con la misma carga. Crecer no implica automáticamente convertirse en adulto, ni siquiera a nivel emocional.
Los adultos también tienen arrebatos de ira.
Los arrebatos y las rabietas constituyen una reacción exagerada a una situación frustrante. Los bebés suelen expresar su ira gritando, llorando, pateando y dando una clara respuesta emocional descontrolada. Puede manifestarse con distintas intensidades, pero siempre desproporcionada, siendo el resultado de un déficit en la comunicación y en el manejo de las emociones e impulsos.
En los adultos, estas reacciones no resultan en agresión física. No hay patadas, tirones o mordiscos. Además, en la mayoría de los casos, tales comportamientos pueden incluso pasar desapercibidos en el contexto familiar habitual.
Tomemos un ejemplo. Claudia trabaja en un bufete de abogados y está acostumbrada al éxito. Cada vez que alcanza una meta, es recompensada con una bonificación. Claudia, sin embargo, no tolera que una de sus compañeras obtenga ese mismo reconocimiento. Pero no se tira al suelo, no grita, al contrario... no dice nada.
Nuestro protagonista solo va al baño a llorar. Porque no tolera que sus compañeros la superen en un momento dado. Porque los celos la están devorando y ella no sabe cómo manejar ese malestar. Los adultos experimentan los llamados “escalofríos de ira”, pero saben que no es bueno mostrarlos y por lo tanto interiorizarlo todo. Estos arrebatos emocionales, al ser totalmente genuinos, por lo tanto no buscan manipular a los demás (como en el caso de los niños que desean cambiar la actitud de sus padres).
Los arrebatos son momentos en los que los sentimientos alcanzan una intensidad intolerable y necesitan emerger de alguna manera. Están presos en las emociones y tienden a aflorar cuando no se consigue lo que uno quiere o, por el contrario, lo consiguen los demás.
Adultos con frecuentes arrebatos, ¿a qué se deben?
No todos expresan sus caprichos en privado, como lo hace Claudia. También es habitual encontrar determinados perfiles que no dudan en dar forma a escenas reales. Y luego fuimos testigos de gritos, lanzamiento de objetos y, peor aún, manifestaciones de agresión en las que pueden aparecer insultos e incluso fuertes maldiciones. Pero, ¿qué hay detrás de estos comportamientos?
Lo dijimos al principio. En la mayoría de los casos, el capricho es la demostración de una clara inmadurez emocional, una falta de sentido del ego para gestionar mejor las frustraciones, las decepciones. Sin embargo, no podemos ignorar otras realidades, y que todo buen psicólogo debe considerar como parte de un adecuado diagnóstico.
- Los adultos también sufren de rabietas, pero aquellos que los muestran de forma recurrente pueden tener un trastorno de personalidad. Por ejemplo, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno narcisista de la personalidad, etc.
- El estrés postraumático puede desencadenar estos comportamientos.
- Las personas con un trastorno del espectro autista pueden presentar arrebatos.
Pautas para adultos que hacen una rabieta
Volvamos, por un momento, a Claudia. Pongámonos en su piel y en la dificultad de no poder pedir ayuda. Me parece francamente imposible poder exteriorizar el malestar derivado del éxito de otros compañeros. ¿A quién puede enfrentarse? ¿Cómo puede exteriorizar esta frustración que genera mal humor? Su ira le produce vergüenza y Claudia siente que no debería sentirse así, pero no sabe cómo cambiar las cosas.
Cuando uno se hace adulto, es muy difícil hablar de la envidia, la frustración que producen determinadas situaciones.… Sin embargo, nada puede ser más positivo que dar un paso adelante y pedir ayuda profesional. Te sentirás más libre, más capaz y más seguro día a día.
Tratemos ahora de reflexionar sobre una serie de estrategias que pueden ayudar en estos casos. Son sencillos consejos con los que podrás mejorar tu capacidad de autocontrol, evitando comprometer tu comportamiento en base a respuestas equivocadas a las emociones.
Cómo lidiar con los arrebatos
- Verifique las expectativas: si incluso los adultos tienen arrebatos de ira es porque a veces favorecen una visión poco realista de determinadas situaciones. Esperan cierto reconocimiento, refuerzo, beneficios o resultados irrazonables.
- No inhibir las emociones negativas y dejar que exploten: canalizarlos constructivamente. Cada vez que sientas frustración, deja que se manifieste de otra manera. Sin gritos, sin lágrimas, sin ira. Busca un apoyo para manifestarlos: habla con alguien, haz deporte, pinta, escribe...
- Identificar situaciones clave.: las que generan arranques de ira o rabietas (envidia, no tener lo que se merece en el ámbito laboral, en las relaciones personales…).
- Trabajar en situaciones clave.: crear un diálogo interno, un plan de acción con el que actuar de manera firme, madura y emocionalmente inteligente cuando la situación desagradable reaparezca.
Ahora sabes que los adultos también pueden hacer una rabieta. Además, usted mismo puede sufrirlo de vez en cuando. Sé honesto contigo mismo y ábrete a las emociones, por lo que son, sin reprimirlas.
Acumularlos y mantenerlos dentro de ti solo favorecerá la manifestación de arrebatos que no conducirán a nada.. Tu objetivo es llegar a la madurez emocional, saber relacionar y gestionar cada emoción encontrando la manera adecuada de liberarlas y soltarlas.