La autorregulación de las emociones y los impulsos depende de la interacción entre la corteza prefrontal y los centros emocionales, particularmente los circuitos que convergen en la amígdala. En este artículo, hablamos de este fascinante proceso.
Última actualización: 16 septiembre, 2020
Nadie es libre si no es su propio amo. Para tener el control de nosotros mismos, la autorregulación emocional juega un papel clave. Epicteto pronunció estas palabras ya hace 2000 años y es difícil entender por qué la psicología no le dio a las emociones la importancia adecuada hasta 1995, cuando se publica Inteligencia emocional de Daniel Goleman.
La neurociencia contemporánea enfatiza el papel de la amígdala en las reacciones emocionales impulsivas y ansiosas. Sin embargo, otra parte del cerebro preside el procesamiento de una respuesta más adecuada (Goleman 1996). Por lo tanto, se puede entrenar la regulación de las respuestas emocionales. Según Goleman, entrenar nuestras emociones puede ayudarnos a:
- Motívanos.
- Perseverar en el esfuerzo a pesar de las posibles frustraciones.
- Revisa los pulsos (las emociones pueden manifestarse en 4 niveles: corporal, cognitivo, emocional e impulsos).
- Posponer recompensas.
- Ajusta el estado de ánimo.
- Evitar que la ansiedad interfiera en nuestras facultades cognitivas.
- Ser empático y confiar en los demás.
"La ira, el resentimiento y los celos no cambian el corazón de los demás, solo cambian el tuyo".
– Shannon L. Aliso –
La causa evolutiva y la necesidad de entrenar la autorregulación emocional
La capacidad de obtener una respuesta rápida del organismo e ganar milisegundos en situaciones peligrosas debe haber sido vital para nuestros antepasados. Esta configuración ha quedado grabada en el cerebro de todos los protomamíferos, incluidos los humanos.
El rudimentario cerebro menor de los mamíferos permite una respuesta emocional muy rápida. Sin embargo, es al mismo tiempo una respuesta cruda. Las celdas involucradas permiten un procesamiento rápido pero también impreciso; estos estados rudimentarios de caos emocional, basados en el sentimiento más que en el pensamiento, son emociones precognitivas (Goleman, 1996).
Pero hay un problema: la amígdala se confunde con frecuencia. Recibe información sobre una sola neurona y solo una pequeña fracción de las señales captadas por los ojos o los oídos. La gran mayoría de señales llegan a otras áreas del cerebro que tardan más en analizar la información… y hacer una lectura más precisa (Goleman, 2015).
Autorregulación y aprendizaje socioemocional
Todas las habilidades de inteligencia emocional se desarrollan con el aprendizaje desde la infancia. Los programas de aprendizaje socioemocional están diseñados para brindar a los niños lo que necesitan a medida que se desarrollan sus cerebros; por eso se dice que están adaptados al desarrollo (Goleman, 2015).
El cerebro es el último órgano del cuerpo en alcanzar la madurez anatómica. Si observamos los cambios que ocurren cada año en la forma en que un niño piensa, se comporta y reacciona, o las etapas del desarrollo infantil, realmente veremos el desarrollo de su cerebro.
La activación del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal interfiere con la eficiencia cognitiva y el aprendizaje. Cuando nos enfocamos en preocupaciones, ira, angustia o cualquier otra emoción que provoque altos niveles de estrés, tendremos menos atención. La autorregulación emocional ayuda a identificar estos mecanismos y adaptarlos al contexto personal.
Por otro lado, si conseguimos controlar estos pequeños incidentes emocionales, la memoria de trabajo aumenta, es decir, mejora la capacidad de atención necesaria para memorizar información. El aprendizaje socioemocional nos enseña a gestionar estas emociones nocivas, que a su vez promueve el aprendizaje.
¿Cómo mantener el aprendizaje emocional?
La autorregulación emocional nos ayuda a adaptarnos a los momentos de caos emocional. Si podemos perseverar en el aprendizaje, se crean nuevos circuitos; los circuitos ganarán cada vez más fuerza, hasta que un día el cerebro funcione correctamente sin pensárselo dos veces. Cuando se produce este cambio, el hábito correcto se vuelve normal (Goleman, 2015).
Por supuesto, un adulto puede aplicar el mismo conjunto de habilidades en su entorno laboral para mejorar su desempeño.. Nunca es tarde para mejorar nuestras habilidades en el campo de la autorregulación emocional.
“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción provoca dolor”.
–Frederick Dodson–