Conocer el propio universo emocional facilita el crecimiento personal y relacional. Saber lo que sientes y lo que sienten los demás aumenta la empatía y te ayuda a conocerte mejor.
Última actualización: 21 de abril de 2020
Comprender las emociones primarias y secundarias permite un mejor desarrollo personal y relacional. Las personas con mayores habilidades sociales generalmente se conocen mejor a sí mismas y a las emociones que sienten en cada momento. Al mismo tiempo, son capaces de captar, interpretar y utilizar estas herramientas para relacionarse con mayor facilidad, reconociendo sus propias emociones y las de los demás.
Pero, ¿cómo podemos definir las emociones primarias en la práctica? Partiendo de la teoría de Paul Ekman encontramos seis emociones básicas: ira, tristeza, alegría, miedo, sorpresa y asco. Se definen como primarias porque son interculturales e innatas; es decir, nos acompañan desde el nacimiento y las expresiones faciales asociadas a ellos son independientes de la cultura y reconocibles en cualquier parte del mundo.
Las emociones secundarias, por otro lado, sufren influencia social. y, según el período histórico y la cultura, se expresan de una forma u otra. Además de esto, el contacto interpersonal es necesario para desarrollarlos. Entre ellos podemos encontrar: la vergüenza, el desprecio, la culpa, el orgullo, etc.
En la actualidad existen numerosos estudios dedicados al reconocimiento e identificación de emociones. Algunos argumentan que existen cuatro emociones denominadas básicas, mientras que otros se refieren a un número mayor añadiendo algunas secundarias.
Sea como sea, lo importante es ser capaz de identificarlos, reconocerlos y aprender a actuar de acuerdo con ellos. Descubramos en las próximas líneas cuáles son las emociones primarias y secundarias.
“Los sentimientos y las emociones son el lenguaje universal que hay que honrar. Son la auténtica expresión de lo que somos”.
-Judith Wright-
emociones primarias y secundarias
Las emociones son todas adaptativas, aunque los hay más positivos, como la alegría, y más negativos, como la tristeza, la ira o el asco. Todos, de hecho, nos permiten adaptarnos al entorno que nos rodea. Es por ello que una mejor definición de las emociones podría consistir en definirlas como agradables o desagradables y no negativas.
Las emociones secundarias se definen como tales porque a menudo consisten en la unión de emociones básicas. Por ejemplo, los celos pueden contener miedo e ira, mientras que la emoción de vergüenza puede incluir miedo al rechazo y tristeza por el fracaso. Estas emociones requieren de una interacción con los demás y un desarrollo que nos permita saber lo que sentimos en diferentes situaciones o conflictos.
Un aspecto curioso a destacar se refiere a la única emoción definida como neutra, que es la sorpresa.. Esta emoción tiene una duración más corta que las demás, ya que su tono hedónico se transforma rápidamente en otra emoción. Por ejemplo en alegría si la sorpresa es agradable o en tristeza si la sorpresa no es de nuestro agrado.
Sin embargo, como se dijo anteriormente, las emociones primarias y secundarias siempre son adaptativas. Por ejemplo, el asco nos permite no consumir alimentos que pueden haber caducado. El miedo nos protege de estímulos que puedan ser perjudiciales para la supervivencia y la tristeza nos protege permitiéndonos un momento de calma y contacto con nosotros mismos.
Educación emocional - la base para un correcto desarrollo personal
El desarrollo personal óptimo va de la mano con el desarrollo de la inteligencia académica y emocional. El correcto reconocimiento de las emociones nos permite hacer un buen uso de ellas y saber cómo actuar con los demás y con nosotros mismos.
Conocer las diferentes emociones y sus efectos nos hace más fuertes, ya que nos da un mayor conocimiento de nosotros mismos y la capacidad de sintonizarnos con los demás. Pero… ¿en qué se traduce todo esto?
La educación emocional nos permite aumentar nuestra autoestima, ya que sabemos quiénes somos precisamente porque sabemos cómo nos sentimos. También mejorará nuestro desempeño social, ya que permitirá un mejor desarrollo de habilidades interpersonales y sociales. Si entendemos lo que sienten los demás, será más fácil relacionarnos con ellos adecuadamente.
Como puedes ver, conocer las emociones deja espacio para un crecimiento más equilibrado ya que, al reconocerlas, nos permitimos dejarlas expresar y no asumir que son la polaridad opuesta. El manejo deficiente del miedo, por ejemplo, podría provocar fobia o pánico.
Somos y vivimos de emociones, primarias y secundarias. Conocerlas y saber cómo se expresan nos permite crecer cada día más.