¿Podrías distinguir entre el estado de ánimo y las emociones? Se ven iguales, pero en realidad no lo son. Ambos tienen particularidades que definen cómo nos sentimos en el día a día.
Última actualización: 24 marzo, 2022
Se ven iguales, pero no lo son. Estado de ánimo y emociones trazan dos fenómenos muy similares, pero diferentes al mismo tiempo.
Las peculiaridades de cada dimensión nos permiten comprender mejor nuestro comportamiento, nuestro estado mental y la forma en que interactuamos con el entorno. De hecho, lo que escuchamos es todo.
Podríamos decir que la principal distinción entre una realidad y otra es el tiempo. Las emociones pertenecen al cuerpo y son las primeras en manifestarse; lo hacen muy rapido.
Luego viene la representación mental, o los sentimientos. Finalmente, se produce una fase más compleja en la que muchos de estos sentimientos pueden combinarse dejándonos la huella de un estado de ánimo concreto.
Como podemos adivinar, es un proceso sofisticado que nos anima en una dirección u otra. Por un lado, reacciones psicofisiológicas ante estímulos específicos; por otro lado, reacciones más generalizadas que dependen de múltiples factores que no siempre son fáciles de identificar.
Por ejemplo, podemos pasar unos días con un estado de ánimo irritable y no saber muy bien por qué. Comprender la diferencia entre el estado de ánimo y las emociones hará que sea más fácil de manejar.
“Experimentamos las emociones como nos suceden, no como las elegimos”.
-Paolo Ekman–
Diferencias entre el estado de ánimo y las emociones.
¿Cómo te has sentido últimamente? ¿Aburrido, sin ganas de nada y tal vez apenado? Respondiendo a esta sencilla pregunta ya hablaremos de nuestro estado de ánimo.
Es cierto que las emociones tiñen nuestra vida, pero el estado de ánimo ofrece un tono más estable y persistente. La emoción es una pincelada puntual que surge como consecuencia de un estímulo.
Siempre es interesante recordar que cuando se trata de esta dimensión es fundamental nombrar una figura de referencia en este campo.
El psicólogo Paul Ekman explicó las diferencias fundamentales entre estas dos dimensiones en su libro La naturaleza de la emoción. El primer punto a tener en cuenta es que malinterpretarlos y manejarlos mal puede jugarnos una mala pasada.
Como dijo Daniel Goleman, el autocontrol emocional es la base de todo logro. Sin embargo, dicho autocontrol requiere una buena comprensión de las diferencias entre el estado de ánimo y las emociones.
Entender qué nos pasa y por qué nos permitirá regularlo todo para conseguir lo que queremos en cada momento. Ahora veamos las diferencias entre estado de ánimo y emociones.
1. Finalidad: quién es quién
¿Para qué sirve cada una de estas dimensiones? Sabemos que ambos pertenecen al territorio de los afectos y que determinan el bienestar o malestar psíquico. Cada uno, sin embargo, cumple un propósito específico:
- Las emociones están destinadas a facilitar nuestra adaptación a los eventos (estímulos) en el entorno. Definen, por tanto, una respuesta psicofisiológica inmediata ante un estímulo concreto, y lo hacen liberando una serie de neurotransmisores.
- El estado de ánimo es una mezcla de emociones y sentimientos acumulados a lo largo de los días. En otras palabras, un estado en el que se combinan malestar o bienestar mental, emocional y físico. Estas experiencias multifactoriales no tienen un propósito, son más bien una reacción temporal a un cúmulo de sensaciones psicoemocionales que necesitamos comprender.
2. Duración: las emociones son más rápidas y fugaces
Paul Ekman señala que las emociones son sensaciones intensas, pero breves, pueden durar unos segundos o unos minutos.
Por el contrario, el los estados de ánimo nos acompañan durante horas e incluso días. Todos hemos tenido momentos en los que nos sentimos más desmoralizados o motivados, llenos de energía.
Allo stesso modo, si prolongamos durante semanas o meses un estado de ánimo apático o desesperanzado, hablaremos de un trastorno afectivo (estacional, depresiva como distimia, etc.)
3. Desencadenante: ¿Qué causa el estado de ánimo y las emociones?
La Iglesia de Cristo de la Universidad de Canterbury realizó un estudio para comprender la diferencia entre el estado de ánimo y las emociones.
La principal diferencia entre un aspecto y otro está representada por los disparadores.
La teoría de James-Lange propone que el origen de las emociones está relacionado con nuestras reacciones fisiológicas ante los estímulos.
Por ejemplo, cuando voy a trabajar, veo que la computadora no enciende. Mi reacción emocional es de tensión y detrás de ella ira o frustración porque las medidas tomadas son ineficaces.
Sin embargo, el desencadenante que da forma al estado de ánimo es complejo y aparece con el tiempo; no es inmediato.
Combina un estado mental concreto, una serie de emociones que sentimos día tras día (que se acumulan) y también el estado físico.
A veces, factores como el estrés en el trabajo, la preocupación, la falta de ejercicio y una dieta poco saludable dibujan un estado de ánimo negativo y desesperanzado. Todos conocemos esta realidad.
4. ¿Cómo se regulan?
Las emociones son respuestas psicofisiológicas. Alteran nuestros pensamientos, pueden nublar nuestra atención, generar tensión muscular, dolor de estómago, etc.
Todas estas reacciones ocurren muy rápidamente, pero el problema es que podemos abrumarnos y emitir una respuesta desequilibrada. Por ejemplo, decir algo irrespetuoso cuando nos enfadamos.
Para regular una emoción lo primero que tenemos que hacer es no dejarnos llevar instintivamente por ella sin antes haberla analizado y entrado en contacto con ella para comprenderla.
Porque su finalidad es sencilla: ayudarnos a adaptarnos mejor al entorno. Si estoy enojado, tengo que resolver esa situación injusta, no te dejes llevar por ella.
sin embargo, el estados de ánimo requieren un trabajo psicológico más delicado, profundo y sostenido. Son como una botella llena de tantos ingredientes que tenemos que analizar antes de que se desborde o reviente.
Si me siento desesperado, necesito entender qué hay detrás de ese estado. Quizás un exceso de preocupación, emociones descuidadas y hábitos de vida que deberíamos cambiar.
En definitiva, se trata de mirar hacia adentro para comprender, para hacer cambios, para conocernos mejor y darnos lo que necesitamos.