La política se ha convertido en un campo en el que las emociones juegan un papel fundamental. Aunque el poder siempre ha despertado grandes pasiones, hoy su protagonismo se ha visto reforzado por la sociedad del espectáculo.
Última actualización: 14 de marzo de 2022
Según la teoría griega clásica, la política tiene dos fases: competitiva y arquitectónica.. Durante la fase competitiva, tienen lugar luchas de poder para ganar algo de control. La arquitectura, en cambio, es la fase en la que aparecen los proyectos y las acciones una vez alcanzado el poder.
Como terreno privilegiado de las emociones, la política está profundamente arraigada en la fase competitiva. En el mundo del poder, las ideas están ligadas a la razón, pero tienen una profunda raíz emocional. Es en la lucha por el poder donde más circulan las emociones a nivel político.
Hoy en día, muchos políticos basan sus discursos en las emociones. Son más convincentes si utilizan mensajes de miedo o promesas sobre proyectos para resolver problemas específicos. Asimismo, los votantes quieren propuestas que puedan ser soluciones a sus dificultades, pero también que transmitan pasión e ilusión.
"La política es el arte de impedir que las personas se involucren en lo que les importa".
-Marco Aurelio Almazán-
Comunicación
Alrededor del 75% de la comunicación interpersonal es no verbal. A esto debemos la importancia que en política se le da a los gestos, las posturas corporales, la gestión del espacio y todos los elementos que acompañan a las palabras. El mimetismo fortalece la carga emocional y genera una conexión con el candidato.
Los asesores de comunicación de los políticos se centran en cómo transmitir una imagen apoyada en los sentidos. ¿Qué significa? El uso de estímulos sensoriales para generar estados de ánimo precisos en los votantes.
Este concepto nacido en la publicidad se denomina sentido de marca y sirve para amplificar los valores de un candidato o de un partido político. El potencial que ofrecen el sonido, el gusto, la vista, el olfato o el tacto afecta en gran medida a la percepción. Se trata de integrar los cinco sentidos para crear puentes sensoriales y emocionales entre el candidato y su electorado.
Política y emociones
Como pocas veces en la historia, en la actualidad hay una fuerte incidencia de la propaganda en detrimento del debate ideológico. La política y el entretenimiento están cada vez más cerca; Ideas y diversión.
No es raro que muchos políticos de hoy se comporten más como estrellas del pop que como estadistas.. Muchos de ellos no buscan transmitir un proyecto ideológico, sino construir una imagen a la medida de lo que su audiencia quiere ver y escuchar. Se trata más de marketing, en muchos casos, que de ideas o propuestas.
El miedo, hoy y siempre, tiene un enorme poder de persuasión. Se inocula en los votantes de forma sutil y continua. Cada político elige un enemigo y le lanza toda su artillería.
Tal enemigo puede ser el desempleado o el inmigrante, la izquierda, la derecha o lo que sea. El punto es construir un discurso en torno al propósito de contener una amenaza. En muchos casos, esta estrategia es ganadora.
Las nuevas contribuciones
El éxito del discurso político emocional se debe, en parte, al aporte de algunas ciencias humanas y sociales. La psicología, por ejemplo, ha favorecido la relación entre la economía del comportamiento y las decisiones económicas que toman los líderes de los diferentes gobiernos.
Los estudios de comunicación, en particular los que se centran en la publicidad, han puesto énfasis en la persuasión. La persuasión publicitaria se basa en elecciones emocionales más que racionales.. Y esto se ha aplicado a la política prestando mucha atención a las emociones que puede sentir cada candidato.
Pero esto no es exactamente nuevo. Ya en el siglo IV a. C., Aristóteles habló en su tratado Retórica de cómo las emociones jugaban un papel central en el debate político.
Afirmó que el propósito del debate era persuadir, a través de las emociones, más que lograr un proceso de toma de decisiones razonado. Según él, convencer y ganar era más importante que discutir.
Casi 25 siglos después, la política hace suya la esfera emocional y combina la comunicación no verbal con los sentimientos para alcanzar una conexión con la población que va más allá de lo racional. Quienes asisten a los discursos políticos esperan que les toquen el corazón, y los candidatos ya lo saben.