Las emociones no tienen género

Las emociones no tienen género

¿Los hombres y las mujeres tienen una capacidad diferente para manejar las emociones?

Las emociones no tienen género

Última actualización: 06 de diciembre de 2020

Muchos niños han crecido escuchando frases como: “Los niños no lloran”, “Llorar como una niña” o “Estas son cosas de niñas”. Por su parte, las chicas pueden haber recibido comentarios como "Estas cosas son para chicos" o "¡No seas marimacho!". ¿Permitimos que los niños expresen sus emociones con naturalidad? ¿Es cierto que las emociones no tienen género?



¿Son las niñas más propensas a expresar sus sentimientos? ¿Los hombres y las mujeres tienen una capacidad diferente para manejar las emociones? Hay muchas posiciones en torno a este tema e igualmente numerosos son los estudios que intentan dar respuesta a estas preguntas. En cuanto a la esfera emocional, ¿Somos realmente tan diferentes? Y si es así, ¿cuáles son las razones?

Emociones prohibidas y roles de género

Desde el momento en que nacemos, aprendemos a gestionar nuestras emociones a partir de las relaciones que establecemos con las personas que nos cuidan. Sus palabras, sus gestos y su voz nos sirven de modelo, permitiéndonos desarrollar la capacidad de identificar nuestras emociones y las de los demás. Asimismo, aprendemos a expresar cómo nos sentimos ya relacionarnos con los demás.

Las frases que escuchamos desde la infancia, como "¡Sé un hombre!" o “No seas histérico”: refleja una clara diferenciación de los roles de género; es decir, las conductas y emociones permitidas y aceptadas según el género al que pertenecen. Lo que la sociedad esperaría que hiciéramos.

Este hecho hace que adoptemos ciertos comportamientos desde edades tempranas. Cada uno de nosotros trata de ajustar nuestro carácter para que se ajuste a lo que es socialmente aceptado. Entonces, al menos externamente, nos comportamos de una manera que es aceptada por los demás.



Como resultado de esta dinámica, se inculcan claras diferencias entre hombres y mujeres en el manejo y expresión de sus emociones.

“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción provoca dolor”.

-Frederik Dodson-

Las emociones no tienen género

Los mensajes que transmiten los cuentos, las bromas, los juegos o los programas de televisión influyen en la forma de socializar de los niños y niñas y en el mundo emocional. Por ejemplo, cuando hablas de temas delicados con una chica, tiendes a usar palabras ricas en emociones.

Muchos estudios confirman que los padres cargan de emoción las palabras dirigidas a sus hijas. Asimismo, se ha demostrado que los chicos son menos expresivos que las chicas durante el periodo escolar.

Mientras que estos últimos son más proclives a considerar sus emociones y sus palabras, los niños muestran muchas deficiencias en el aprendizaje emocional y en la capacidad de expresar sus emociones y sus sentimientos. Los varones tienden a manejar y expresar sus estados emocionales a través de comportamientos. Por ejemplo, para comunicar su estado de ánimo, comienzan a argumentar oa realizar otras acciones que han aprendido prefiriéndolas a las herramientas verbales.

El problema es que el desconocimiento del propio mundo emocional afecta no sólo a la individualidad psíquica del niño (y posteriormente al adulto), sino también a la Capacidad para comprender y reconocer los estados emocionales de otras personas.

Esto se debe a la diferenciación temprana en el aprendizaje de las emociones y no a que hombres y mujeres tengan habilidades diferentes. Se ha encontrado que los niños cuyos padres han fomentado su expresión emocional tienen las mismas habilidades expresivas que las niñas de su edad.


El derecho de los niños a expresar sus emociones

Como señalan la psicóloga Leire Gartzia y otros colegas, la mayoría de los estudios sobre género e inteligencia emocional (IE) se han centrado en analizar las diferencias de género en lugar de proponer modelos de identidad de género menos estereotipados.


Todo niño tiene derecho a expresar sus sentimientos y a relacionarse con naturalidad. independientemente del género que quiera atribuirse a sí mismo. Las emociones no tienen género.

En los niños, la manifestación emocional no debe ser castigada ni reprimida. Mientras las mujeres fortalecen su emotividad desde la infancia, los hombres aprenden que la emotividad es un signo de debilidad o, peor aún, de feminidad. Esto bloquea su capacidad para desarrollar un mundo emocional igualmente grande y valioso.

Tal distinción puede provocar represión y volver incapaz de identificar y verbalizar emociones en etapas posteriores de la vida, como la adolescencia o la edad adulta, lo que resulta en sufrimiento psicológico y enormes dificultades en las relaciones.


Las verdaderas conexiones, nuestros pensamientos y emociones compartidos nos mantienen conectados con los demás de una manera auténtica.

La educación como ingrediente principal

Nadie cuestiona el valor de la educación tradicional. Igualmente, nadie debe dudar de la importancia de la educación emocional. Debemos esforzarnos para que los niños crezcan en un entorno en el que puedan desarrollarse cognitiva y emocionalmente. ,

El aprendizaje emocional comienza en los primeros años de vida y actualiza sus conocimientos a lo largo de su vida. En la infancia hay dos entornos de referencia fundamentales: la familia y la escuela. El problema es que en muchas ocasiones no se presta la debida atención a la educación emocional de los niños.

La incapacidad para manejar nuestras emociones puede impactarnos negativamente. Al distorsionar el mundo emocional de los niños, inhibiremos el potencial emocional de los futuros adultos. La capacidad de desarrollo emocional y de expresión de las emociones no está limitada genéticamente por el sexo del individuo.


Las emociones no tienen género. Todo ser humano puede y debe expresar sus sentimientos, disfrutar de las relaciones que establece y sentirse en paz consigo mismo.

“Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas”.

-David Caruso-

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