La angustia y el tormento que nos genera la ansiedad son inmensos. Uno de los efectos derivados de este estado es el constante sentimiento de culpa, la creencia de que eres responsable de todo lo que pasa, que tu propio sufrimiento es una carga para los demás… ¿Qué debemos hacer en estas circunstancias?
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
La culpa y la ansiedad están íntimamente relacionadas, de hecho, es muy común sentirse defectuoso cuando uno está en medio de un estado de ansiedad. Es un enfoque mental que nos lleva a sacar conclusiones perjudiciales para nosotros mismos, muchas veces completamente equivocadas. Asumimos responsabilidades que no serían las nuestras o distorsionamos determinadas situaciones hasta el punto de generar auténticas cargas de conciencia que aumentan nuestro sufrimiento.
“Cometí un error y ahora estoy empeorando la situación”, “con mi comportamiento seguro que lastimé a esa persona”, “Estoy decepcionando a mi familia, a mi pareja, a mis hijos”, “Mi mamá se enfermó por mi culpa”… y los ejemplos podrían seguir. Son todos pensamientos que siguen una misma línea, en los que en realidad la persona no tiene la culpa de nada.
Se encuentra, sin embargo, atrapado en un túnel donde la ansiedad tiene el control absoluto. Cree que su trastorno de ansiedad o sus ataques de pánico se deben a un problema inherente a su persona, una anomalía que la abruma y escapa a su control. “¿Cómo puedo ser yo la causa de tanto sufrimiento? ¿Qué está mal conmigo?".
Autoinculpación, sentimientos de decepción o daño a los seres queridos… Estas ideas alimentan el círculo vicioso de la ansiedad. Si luego añadimos factores como la necesidad de uno mismo o los pensamientos obsesivos, obtendremos una bomba de tiempo de salud mental como resultado.
Sentido de culpa: un efecto de la ansiedad
Hay sentimientos lógicos de culpa y sentimientos irracionales de culpa. Los primeros están vinculados a hechos concretos en los que se asume la responsabilidad de haber generado sufrimiento o de haber realizado acciones graves. Por otro lado, la culpa irracional es un efecto de la ansiedad y otros trastornos psicológicos.
En el contexto de un estado de ánimo ansioso, es normal que el individuo se castigue por determinados hechos, por cómo se siente o incluso por lo que piensa.
El simple hecho de ser consciente de que tienes una mente pesimista, que vive en el miedo o la incertidumbre, favorece la sombra de la culpa. Saber que no se puede controlar y que el propio comportamiento genera preocupación en los demás intensifica el sentimiento destructivo.
Sentimientos de culpa y vergüenza en la ansiedad.
He aquí un dato interesante que surgió de una investigación publicada en la revista PLOS ONE realizada en el Instituto Karolinska, en Suecia. Los trastornos de ansiedad a menudo están relacionados con la culpa y la vergüenza.. Aunque diferentes, estos sentimientos se desencadenan por un factor común: la incapacidad de mantener el control sobre uno mismo y el malestar que ello conlleva.
Sentirse culpable significa sentirse mal por algo que ha hecho, dicho o sentido. La vergüenza es mucho más dañina porque te lleva a sentirte mal por lo que eres. En otras palabras, equivale a subestimarse y, al mismo tiempo, a culpabilizarse de cualquier circunstancia.
¿Cómo gestionar estas emociones relacionadas con la ansiedad?
La estrategia para calmar, calmar y desenredar el sentimiento de culpa o vergüenza, naturalmente, sigue un único camino: centrarse en el factor que lo provoca y lo intensifica, que es la ansiedad.
En estos casos resultan de gran utilidad terapia cognitivo-conductual o terapia de aceptación y compromiso.
Igualmente útil es aprender a manejar emociones complejas, como lo es la culpa. Aquí hay algunos aspectos que nos pueden ayudar en este sentido:
- La culpa es un mecanismo por el cual hacemos un juicio moral sobre nuestro comportamiento, sentimiento o pensamiento. Suponemos que hay algo mal con nosotros. Sin embargo, hay que tener en cuenta un detalle: la ansiedad no es un defecto, no es una lacra ni una verguenza. Es una condición psicológica que podemos y debemos manejar comprometiéndonos con nosotros mismos.
- Tenemos que dejar de ser nuestros propios jueces. Al castigarnos con una culpa constante, la ansiedad solo crecerá. Es momento de tratarnos con amabilidad, trabajando en fortalecer la autoestima, la confianza en uno mismo y la asertividad.
- La culpa es alimentada por la preocupación. Cuanto más damos lugar a nuestras preocupaciones, mayor se vuelve el manojo de pensamientos obsesivos ya menudo ilógicos que alimentan el sentimiento de culpa. Necesitamos reducir el volumen de preocupación enfocando la mente en otras tareas y actividades gratificantes.
Finalmente, como decía Oscar Wilde, una de las peores pesadillas de la vida es sufrir por los propios pecados. Deshagámonos de este agobio que muy a menudo alimenta estados de ansiedad.