Uno de los deseos más fuertes y comunes es enamorarse. Pero, ¿el amor romántico es amor o anestesia?
Última actualización: 07 octubre, 2019
Si no estás enamorado, uno de tus sueños puede ser experimentar este estado y disfrutar de todo lo que una relación te puede aportar. Este es un deseo muy común. Pero ¿Es amor o anestesia?
Se dice que el amor romántico es la única gran utopía de la era posmoderna. También se dice que se ha convertido en una especie de anestesia colectiva, que en muchos casos acaba en decepción.
Amor romántico: ¿amor o anestesia?
Hay quienes van mucho más allá. Parecería que este deseo de enamorarse no surge en realidad de una necesidad intrínseca, sino que es el resultado de la débil manipulación de "una industria de afectos". Sería una especie de "domesticación" que pretende inducirnos a reducir nuestro mundo emocional a un único nivel: el amor romántico.
Por eso hay cientos de mensajes que indirectamente anuncian una idea: enamorarse equivale a encontrar la panacea. Nos transmiten la idea de que nuestro proyecto de vida no estará completo hasta que hayamos encontrado al amor de nuestra vida. Además, se supone que este amor nos hace mucho más fuertes emocionalmente.
Llegados a este punto, podemos hacernos una pregunta: ¿estamos en busca del amor verdadero o lo que aspiramos es llenar nuestro vacío emocional con un ideal romántico?
La sensualidad a menudo acelera el crecimiento del amor, así como la raíz permanece débil y fácil de arrancar.
-Friedrich Nietzsche-
¿El deseo de enamorarse es amor o anestesia?
Muchas personas han desarrollado una sed incontrolable de emociones intensas. Suponen que intentar mucho también es sentirse vivo. Esa necesidad de emociones intensas está más presente en quienes sienten que su vida es aburrida y sin sentido. Por ello recurrimos a las llamadas experiencias extremas.
Estas experiencias vertiginosas son, sin embargo, fugaces por su propia naturaleza. No podría ser de otra manera. Si se repitieran muy a menudo o si duraran más de lo debido, irían perdiendo poco a poco su carácter excitante e intenso.
En consecuencia, están obligados a ser volátiles. Hacen que un momento se viva con una intensidad considerablemente mayor, pero al mismo tiempo son de corta duración. Mucha gente quiere este tipo de amor. Cegador y brutal. Sueñan que se quedan tanto tiempo. Debido a sus expectativas, suelen decepcionarse fácilmente y de forma muy intensa. En estos casos, hay que preguntarse si lo que quieren es enamorarse o anestesiarse.
Egoísmo para dos
En el origen de estos frustrantes malentendidos hay precisamente una fuerte distorsión del concepto de amor romántico, propio de nuestro tiempo. Hay muchas personas que no saben cómo resolver los problemas que encuentran en el transcurso de la vida y que buscan un velo de ilusión en el amor romántico.
Casi todo el mundo tiene grandes planes para sí mismos, generalmente asociados con el éxito a los ojos de los demás. En esta lógica, el socio será alguien capaz de estimular o contribuir a estas metas. Es decir, una pieza que encaja en ese rompecabezas narcisista. Reducir la vida a esta idea suele provocar una sensación de vacío existencial: un frío glacial que se acentúa cada vez que la realidad no coincide con el patrón.
Aquellos que piensan de esta manera se alejan de dos ideas. La primera es comprender que existen ideales y valores que van mucho más allá del éxito social. La segunda, que una vida sana y normal también se compone de aburrimiento, monotonía, frustración y tristeza en diferentes momentos y en diversas circunstancias.
Enamorarse no nos hace completos
Nadie miente cuando dice, de forma romántica, que el amor lo es todo, es la esencia de la vida. El aspecto muchas veces pasado por alto es que esta afirmación no se refiere sólo al amor de pareja, sino a las múltiples dimensiones de este poderoso sentimiento. Desde el amor propio, pasando por el amor por el trabajo, hasta el amor por la humanidad e incluso por ciertos ideales.
Enamorarse no es una experiencia que solo se pueda vivir en pareja. Las relaciones son solo una pequeña parte de esa inmensa constelación que define el amor. Y, todo hay que decirlo, no es necesariamente la expresión más completa de ese amor con mayúsculas que tanto tendemos a idealizar.
Es importante entender que el amor no cancela ni elimina otros aspectos más bizarros de la vida. La contradicción, el vacío o el aburrimiento no desaparecen automáticamente por obra y gracia del amor. Es en esas realidades difíciles donde, de hecho, un afecto real puede afirmarse y arraigarse mejor. El amor -el de nosotros mismos y el de los demás- no conduce al cielo, sino a una realidad humana más profunda y trascendental.