La ira es una emoción tan necesaria como útil. Nos advierte que algo no nos gusta o nos perjudica de alguna manera. Aceptarlo, comprender su mensaje y actuar de forma equilibrada nos permitirá mejorar nuestra realidad y promover un cambio positivo.
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
El potencial de la ira es desconocido para la mayoría de la gente. C siempre ha dicho que lo revisemos y lo eliminemos para no incurrir en comportamientos de los que luego nos podamos arrepentir. Hablando de emociones, necesitamos recordar su propósito y utilidad.
Si queremos un cambio en nuestra vida, la ira es quizás la emoción más motivadora. Además, también tiene una virtud oculta: nos ofrece información valiosa sobre nosotros mismos. La ira nos permite comprender cuáles son nuestros límites, qué nos molesta, qué no toleramos y cuáles son los comportamientos de los demás que se desvían de nuestros valores.
En ocasiones, la ira puede manifestarse de forma irracional, como consecuencia de un instinto impulsado por una violencia ciega. Sin embargo, esto solo sucede en casos muy raros.
Al darnos la oportunidad de profundizar y comprender cómo se manifiesta esta emoción, podremos aprender mucho. En las siguientes líneas daremos más información sobre esta emoción tan particular.
"La ira es un ácido que puede dañar más el recipiente en el que se almacena que cualquier cosa sobre la que se vierte".
-Mark Twain-
Herramientas para descubrir el potencial de la ira
Howard Kassinove es psicólogo en la Universidad de Hofstra (Long Island, EE. UU.). Es uno de los mayores expertos en comprender dimensiones como la ira, la violencia, el miedo, etc.
En libros como Manejo de la ira para todos, revela que la ira tiene un potencial transformador que gran parte de la población desconoce.
Un estudio realizado en una muestra de nacionalidades rusa y estadounidense encontró que casi el 55% de las personas admitieron que el enojo bien manejado les ayudó a mejorar su calidad de vida. Descubramos los beneficios de esta emoción que estamos acostumbrados a evitar y ocultar.
El potencial de la ira: permite el cambio
Entre todas las emociones que sentimos los seres humanos, la ira es la que nos empuja a la acción, a movernos, a cambiar nuestra condición. Esta es su principal virtud. De ahí que sea necesario aprender a comprender lo que nos quiere comunicar.
- La ira aparece cuando percibimos una contradicción, una injusticia o cuando alguien vulnera nuestros derechos, nuestra verdad o nuestra integridad personal.
- Esta emoción no quiere que permanezcamos callados o sumisos. Aferrarse a la ira día a día tiene consecuencias. Además, guardar silencio durante mucho tiempo sobre lo que duele o molesta termina generando reacciones inapropiadas, como “explotar” en el momento menos oportuno y con las personas menos idóneas.
- La ira nos hace actuar en el momento menos oportuno. Sin embargo, cuando tenemos que actuar, la serenidad es el aliado adecuado para equilibrar nuestras emociones. Sí, es cierto, la ira nos da energía, pero para que sea útil para nuestros objetivos necesitamos saber gestionarla.
Bien gestionado mejora las relaciones
Esta afirmación puede parecer contradictoria. Quizás se esté preguntando, "¿Cómo puede la ira mejorar la calidad de nuestras relaciones?" Una vez más, debemos recordar lo dicho anteriormente: esta emoción nos brinda información sobre lo que nos molesta, lo que nos lastima y nos impide cambiar.
La ira no quiere ser reprimida. Al contrario, quiere que seamos activos y dispuestos a transformar la realidad para mejorar nuestra vida.
Si recordamos el objetivo de esta emoción todos los días, podremos mejorar nuestro bienestar. Pocas cosas son más dañinas en una relación que callar lo que nos molesta o lo que no nos gusta.
La ira reprimida nos enferma y nos hace prisioneros. Necesitamos saber controlarlo y gestionarlo para luego expresar asertivamente lo que nos enfada, lo que no queremos y lo que contrasta con nuestros valores.
Para conocerse mejor hay que escuchar su enfado
Si hay un concepto erróneo que nos lleva a pensar que la psicología popular carece de base científica, es que las emociones se dividen en buenas y malas.
Según este enfoque, se deben evitar las emociones malas, como la tristeza, la ira, el miedo, la decepción, para priorizar las buenas como la alegría, la felicidad, etc.
Tomar esta posición literalmente podría darnos problemas. Por ejemplo, podríamos caer en ese analfabetismo emocional en el que no aguantamos y no sabemos gestionar emociones importantes como la ira.
Para empezar, todas las emociones son válidas y tienen un propósito. Aceptarlas, tolerarlas, saber gestionarlas y comprender su mensaje nos permite conocernos y madurar.
Poder descifrar los mensajes que provienen de la ira nos ayuda a comprender quiénes somos, a descubrir nuestros límites, a saber qué nos enoja, qué nos pone nerviosos y qué aspectos de nosotros necesitamos controlar y mejorar.
La ira tiene un potencial magnífico que cada uno de nosotros debería conocer. No pospongamos para mañana el análisis emocional que podemos hacer hoy. Al hacerlo, mejoraremos la calidad de nuestra vida.