¿Puede el tiempo curar todas las heridas? Se dice que este suele ser el caso. En este artículo vamos a ir a ver qué hay de verdadero y falso en esta afirmación y cuáles son las consecuencias para quienes la apoyan.
Última actualización: 10 agosto 2021
Hay dolores tan intensos que desgarran el alma. Es como si hubiésemos caído en un profundo abismo cuya salida es difícil de encontrar. En estas situaciones, se dice que el tiempo cura todas las heridas, en realidad no siempre es así.
La vida se compone de altibajos y cada uno, en su singularidad, los experimenta de manera diferente. Lo cierto es que, a veces, es difícil superar situaciones complejas porque el mar de emociones nos abruma. Entonces, nunca sabemos por dónde empezar.
Siempre nos han dicho que el tiempo cura todas las heridas. Por desgracia, este no es siempre el caso. En este artículo te contamos por qué.
“Hay heridas que, en vez de abrirte la piel, te abren los ojos”.
-Pablo Neruda-
El tiempo no cura todas las heridas, las esconde
Después de superar un dolor profundo, tendemos a decir: “el tiempo lo curó”. Pero, ¿es realmente así? Si dejamos avanzar el segundero manteniendo una actitud pasiva, es difícil que las heridas profundas cicatricen. Bastante, podemos anestesiarlos, pero no curarlos.
¿Por qué hacemos esto? Es posible que no queramos ver ese dolor, por ello, preferimos dedicarnos a otras actividades, no pensar en ello y alejarnos de los estímulos que nos puedan recordar situaciones desagradables. Además, podría ser una emoción enmascarada. En este sentido, el dolor no se manifestaría como tristeza, sino como ira o incluso euforia.
Pensar de esta manera puede ayudarnos a alejar nuestras emociones y pensamientos.
Hay dolores que son difíciles de expresar, sufrimientos que no podemos etiquetar, que se nos escapan cuando tratamos de expresarlos con palabras. En estos casos, podemos intentar empaquetar el dolor y enviarlo al lugar más remoto de nuestra memoria.
Este es un mecanismo de defensa. Se alejan y eliminan deseos, sentimientos y pensamientos de la conciencia. Según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, es una forma de hacer inconscientes contenidos inaceptables.
El tiempo no pasa cuando tenemos una actitud pasiva
Al darle al tiempo un poder curativo, atribuimos nuestra responsabilidad a un factor externo. Es como si dejáramos que los acontecimientos se acumularan en un libro que debemos devolver a la biblioteca con la esperanza de que, una vez entregados, los acontecimientos desagradables sean eliminados de nuestra realidad psíquica... como ese libro de nuestro escritorio.
El gran peligro de proceder así es que lo que quede enterrado no deje de erosionar nuestra motivación, lastrando nuestra voluntad o penalizando nuestros objetivos. Así, podemos llegar a un punto en el que nos sigamos haciendo daño sin poder identificar lo que nos está haciendo daño porque lo hemos enterrado dentro de nosotros.
También puede ocurrir que se le dé al tiempo un protagonismo que en realidad no tiene (es un escenario posible). Esto significa menospreciar todas aquellas estrategias que hemos sido capaces de poner en marcha para identificar y sacar las cicatrices que nos duelen.
Esto puede ser un obstáculo para superar futuras dificultades y reutilizar estrategias que han tenido éxito en el pasado. Esta actitud podría socavar nuestra autoestima al disminuir los puntos de apoyo sobre los que crece.
De ello se deduce que la idea de que el tiempo cura todas las heridas puede ser nuestro peor enemigo porque nos impide proceder, psíquicamente, en la elección de estrategias de afrontamiento.
Debemos ser los impulsores de nuestro cambio, personas resilientes que acepten el dolor, lo expresen, lo transformen y le den un sentido diferente para mejorar la calidad de nuestra vida.