Es necesario saber distinguir las tres principales diferencias entre emociones y sentimientos para gestionarlos mejor
Última actualización: 21 agosto 2020
Probablemente te hayas confundido más de una vez emociones y sentimientos, ya que en la práctica experimentamos ambos fenómenos al unísono y se crea fácilmente confusión. Sin embargo, es muy importante conocer las diferencias entre emociones y sentimientos, ya que la forma de gestionarlos cambia y las necesidades que los generan no son las mismas.
En este articulo hablemos brevemente de las tres principales diferencias entre emociones y sentimientos. El objetivo es aprender a distinguirlos para lograr una mayor inteligencia emocional, ser más reflexivos y evitar los remordimientos. Nuestro mundo emocional puede llevarnos a actuar presa de la “adrenalina” del momento, pero si tratamos de identificar y distinguir entre emociones y sentimientos, nos será más fácil cambiarlos (Goleman, 1996).
3 diferencias entre emociones y sentimientos
1- Origen automático vs razonado
Mientras que las emociones se originan principalmente en el sistema límbico y en la parte más primitiva del cerebro, los sentimientos pertenecen al lóbulo frontal.. En otras palabras, los sentimientos son el resultado del pensamiento abstracto, mientras que las emociones son innatas y están determinadas genéticamente, ya que son el resultado de la evolución. Igualmente, aunque pueda parecer extraño, existe un número finito o “máximo” de emociones que podemos sentir como animales humanos, a diferencia de los sentimientos que son ilimitados.
Estos últimos, de hecho, y como veremos más adelante, se definen verbalmente; emociones en cambio en un nivel psicofisiológico. Los sentimientos se originan en la interpretación cerebral que hacemos de los eventos y sensaciones, mientras que las emociones surgen de las áreas del sistema nervioso encargadas de las respuestas rápidas (simpático y parasimpático).
Mientras que las emociones se originan principalmente en el sistema límbico y en la parte más primitiva del cerebro, los sentimientos pertenecen al lóbulo frontal.
2- La rapidez con la que se presentan y cambian
Las emociones son inmediatas, constituyen el sistema de alerta y supervivencia de nuestro organismo. Solo después de que entendemos lo que sucedió y por qué nos sentimos de la manera que lo hacemos, hablamos de sentimientos y no de emociones. Para sentir un sentimiento, hay que pensar en lo que pasó (evaluar la emoción), reflexionar sobre cómo nos comportamos y así empezar a procesarlo psicológicamente.
Dado que las emociones nacen y mueren rápidamente, nuestro organismo dispone de otro mecanismo de evaluación y motivación: los sentimientos. El sentimiento es lo que "resta" de la emoción. Una de las principales diferencias entre las emociones y los sentimientos, de hecho, es que estos últimos se gestionan poco a poco., pueden cambiar y persistir durante días, semanas, meses e incluso años.
3- La intensidad
Dado que entendemos las emociones como el principal sistema de alerta y motivación con el que nacemos, bien podemos entender por qué son tan intensas y poderosas. Las emociones básicas y universales son alegría, ira/ira, miedo, sorpresa y tristeza; son muy intensos y siempre nos empujan a actuar oa dejar de hacerlo. En este sentido, la sorpresa sería una emoción neutra cuya función es “avisarnos e inducirnos a estar muy atentos a lo que pueda ocurrir”.
Si has visto la película de animación Inside out, te habrás dado cuenta de que las emociones siempre nos empujan a hacer algo oa dejar de hacerlo. Por ejemplo, la tristeza nos lleva a distanciarnos de los demás, a asolearnos para conectarnos con el sufrimiento que sentimos. Los sentimientos, en cambio, son mucho más heterogéneos y lentos y nos llevan a reflexionar sobre cuál es la mejor manera para dejar ir nuestro estado emocional molesto o desagradable.
En este punto, debemos recordar que la gestión de las emociones negativas se consigue mediante técnicas de desactivación y distracción de la atención. Por otro lado, la gestión de los sentimientos se logra a través de experiencias emocionalmente correctoras, el diálogo socrático y la reflexión guiada. En este sentido, las técnicas de desactivación y relajación rápida pueden ayudar.
Los sentimientos, en cambio, son mucho más heterogéneos y lentos y nos llevan a reflexionar sobre la mejor forma de salir de nuestro molesto o desagradable estado emocional.
Fácilmente podemos entender que así como existen algunas diferencias entre emociones y sentimientos, la gestión de estas dos dimensiones también cambia. Mientras que los primeros requieren un momento de desconexión (por ejemplo, para no alimentar la ira y perder el control), los segundos necesitan ser escuchados y traídos de vuelta (¿Qué me pasa? ¿Qué puedo hacer para mejorar mi situación?). En cualquier caso, es posible tanto la regulación de las emociones como la reinterpretación de los sentimientos, que ayudan a disfrutar de una mejor salud mental (Bigman, Sheppes & Tamir, 2017).