El hambre emocional tiene varias consecuencias para la salud física y mental. Distinguirla del hambre fisiológica es el primer paso para poder actuar.
Última actualización: 24 marzo, 2022
Es casi seguro que todos hemos oído hablar del hambre emocional. También nos habrán dicho muchas veces frases como “no es hambre, es solo aburrimiento”. También nos habrá pasado a vivirlo en primera persona y quizás también nos hayamos sentido abrumados. Por lo tanto, es útil conocer las principales diferencias entre el hambre verdadera y el hambre emocional.
El hambre emocional es el uso de los alimentos para ayudar a regular el estado de ánimo.. Es decir, el supuesto pierde su sentido original: alimentarnos de los elementos que necesitamos para un rendimiento físico óptimo.
Sentimientos como la tristeza, la ira, la frustración o la decepción nos abruman y toman el control. Si no tenemos las herramientas y los recursos personales para hacerles frente, es fácil y tentador recurrir a la comida para calmar el malestar.
Sin embargo, conviene recordar que consumir ciertos alimentos activa el sistema de recompensas del cerebro, que da sensaciones agradables.
Sin embargo, este bienestar es temporal y tarde o temprano la dificultad latente resurge y esta vez acompañada de un sentimiento de culpa por haber comido más de lo necesario. Para detener el ciclo del hambre emocional, debemos ser capaces de reconocerlo y actuar en consecuencia.
¿Cómo distinguir entre el hambre verdadera y el hambre emocional?
En las siguientes líneas exploraremos algunas características distintivas entre el hambre verdadera y el hambre emocional. Estos nos ayudarán a entender si estamos probando uno u otro.
fisiologica
- Poco a poco emerge y aumenta con el tiempo.
- Ha origen en el estomago, ya que es una sensación fisiológica.
- Somos conscientes de lo que vamos a comer, podemos controlarlo y planificarlo. Tenemos la posibilidad de seleccionar los alimentos que queremos consumir en ese momento.
- Generalmente optamos por alimentos nutritivos, platos sanos y equilibrados que nos dan saciedad.
Emotiva
- Aparece de repente. De un momento a otro sentimos ese antojo repentino de comida que debemos satisfacer inmediatamente.
- No se origina en el estómago, ya que no es una sensación fisiológica. Se origina en la mente como resultado de ciertas imágenes mentales o representaciones de alimentos.. En otras palabras, cuando piensas o imaginas un determinado alimento, el impulso se vuelve tan fuerte que pierdes el control.
- La dieta se vuelve caótica.. Procedemos a una ingesta de alimentos automática y descontrolada, sin medir cantidades ni elegir cuidadosamente los alimentos. Comemos por impulso, por necesidad, en grandes cantidades y sin elección previa.
- Generalmente se consumen alimentos hiperprocesados y hipercalóricos, rica en grasas y azúcares y con escaso valor nutritivo. Estos alimentos, además de ser dañinos, no nos sacian o lo hacen por períodos muy cortos de tiempo.
¿Cómo prevenir el hambre emocional?
Las diferencias entre el hambre real y el hambre emocional son claras y obvias. Si prestamos atención a las señales, sí.será fácil entender con qué tipo de hambre estamos lidiando. Dicho esto, ¿qué podemos hacer una vez que se reconoce el hambre emocional?
En primer lugar, mantente alerta. Cuando sienta hambre, debe detenerse e intentar identificar de qué tipo es, siguiendo los parámetros descritos anteriormente.
Sería de gran ayuda anotar qué situaciones o emociones despiertan el hambre emocional. Algunas personas lo utilizan para calmar su ansiedad, otras para dejar de sentir tristeza o vacío.
Una vez identificadas las emociones desencadenantes, es hora de adquirir o desarrollar estrategias de afrontamiento más saludables. Podemos recurrir a la meditación, la respiración diafragmática, la escritura terapéutica… Cualquier opción que ayude a procesar el desagradable estado emocional será adecuada.
Conclusiones
Es necesario restaurar su función a los alimentos. Recordamos y nos decimos que los alimentos son el combustible del cuerpo y no el atajo de la mente para no enfrentar el dolor.
Para ello, decidimos conscientemente disociar la comida de los estados emocionales. Cuando sentimos que el equilibrio emocional está comprometido, optamos por una alternativa más funcional y saludable.
Por supuesto, si la situación está fuera de su control, siempre es posible ponerse en contacto con un profesional.