El apego es un vÃnculo afectivo crucial en la primera infancia, pero también para el desarrollo de la persona. Existe una relación directa entre el apego inicial y la salud mental del individuo.
Última actualización: 25 de mayo de 2019
La ansiedad condicional se refiere a aquellas situaciones en las que existe angustia ante acontecimientos que no representan un peligro real o riesgo. A nivel relacional, puede manifestarse como miedo a entrar en contacto con los demás.
Es importante precisar que la ansiedad condicionada no debe ser vista como timidez como tal, aunque quienes la experimentan pueden ser etiquetados como tÃmidos o reservados. No es una cuestión de carácter, sino de haber aprendido este miedo en el pasado sin haberlo intentado ni podido comprenderlo y superarlo.
Al experimentar ansiedad condicionada en las relaciones sociales, es difÃcil conectarse con otros, hacer amigos o establecer relaciones con colegas. Por supuesto, esto puede incluso dificultar el surgimiento de una relación romántica.
“La intensidad de la angustia es proporcional al significado que la situación tiene para el afectado; Aunque básicamente ignora las razones de su ansiedad. "
-Karen Horney-
Apego y ansiedad condicionada
El primer acercamiento con los demás está determinado por el apego.. Al nacer, no nos percibimos como individuos independientes de nuestra madre. El niño busca la figura materna como apoyo y protección, como punto de referencia para crecer y conocer el mundo.
El apego es un vÃnculo afectivo determinante en la primera infancia, es fundamental para el desarrollo futuro de la persona. Existe una relación directa entre el vÃnculo de apego inicial y la salud mental del individuo. Una madre disponible y sensible a las necesidades del niño en los primeros años de vida es garantÃa para la salud mental del adulto.
Durante estas primeras etapas, puede aparecer la ansiedad por separación.. Es una sensación angustiosa que aparece cuando nos alejamos de la madre o de las figuras que nos cuidan.
Cuando estas crisis de ansiedad son severas o se dan en un marco muy inestable, toman la forma primaria de ansiedad condicionada.
El condicionamiento en este caso viene determinado por la imposibilidad de poder contar con el medio circundante, como no siempre habrá alguien que nos proteja o nos cuidea pesar de nuestra vulnerabilidad.
Infancia y adolescencia
Durante la niñez y la adolescencia completamos nuestro proceso de maduración fÃsica y mental. En estas etapas también desarrollamos nuevas formas de relacionarnos con los demás. Entre los 3 y los 6 años, el juego se convierte en el centro de nuestro mundo.
Todos con los que jugamos son nuestros amigos. Al compartir el juego con otros, aprendemos las primeras reglas y normas, junto con su utilidad. Además, también experimentamos la fuerza y ​​la consistencia de nuestro cÃrculo de apoyo social.
Entre los 6 y los 11 años entendemos que somos parte de una cultura y que las relaciones sociales se rigen por normas. A menudo se nos enseña esto con amor y comprensión; otras veces con severidad y arrogancia. En este último caso puede aparecer ansiedad condicionada. Terminamos creyendo que estamos constantemente sujetos a la censura, hasta el punto de sentir miedo por nuestras acciones.
Los años de la adolescencia son los más decisivos. Existe la necesidad de encontrar un equilibrio entre el yo que vive en la familia, el que hace el papel de estudiante en la escuela y el que se enfrenta al grupo de pares y comienza a forjar su propia identidad.
Ansiedad condicional y la dificultad de establecer contacto con los demás.
La dificultad para establecer contacto con los demás se hace evidente durante la adolescencia. Una de las razones por las que esto ocurre es el conjunto de posibles déficits acumulados en las fases anteriores. En particular, cuando se hayan censurado intentos de contacto o muestras de afecto. Es en estos casos que uno entra en el territorio de la ansiedad condicionada sobre las relaciones con los demás.
Aquà es donde empezamos a esperar sistemáticamente ser rechazados, heridos o excluidos. Entonces nos comportamos como rechazados, heridos o excluidos. Sentimos miedo al otro y damos espacio a relaciones basadas en la sumisión o dependencia
Por otro lado, en este contexto, es natural sentirse incómodo cuando se trata de una situación social. La solución, por lo tanto, es "desaparecer", volverse demasiado complaciente o implementar estrategias de disociación.
Algo tan natural como vincularse con los demás se convierte asà en un problema demasiado complejo. La ansiedad condicionada nos lleva a poner barreras e impedir que todo fluya.
Esta situación genera diversas consecuencias en nuestra salud mental. A pesar de esto, nunca hay que olvidar que lo que se ha aprendido también se puede desaprender: hay formas de reestructurar lo que se construyó mal en el pasado.