Si es difícil regocijarse en el bien de los demás, lo más probable es que haya un trastorno psicológico subyacente y, para ser exactos, un proceso depresivo.
Última actualización: 27 de junio de 2020
No es raro encontrarse en la molesta situación de sentir indiferencia, envidia o incluso disgusto si percibe el bienestar y el éxito de otra persona. Muchas veces es difícil regocijarse en la felicidad de los demás, a pesar del amor que uno siente, y esto podría indicar la presencia de un trastorno psicológico subyacente.
Como se extrapola de la literatura científica especializada, el problema más común en estos casos es la depresión.
En este artículo encontrarás algunas estrategias relacionadas con la incapacidad de regocijarte en la felicidad de los demás y también cómo tratar de lidiar con este problema para poder, sin envidia u otros sentimientos negativos, hacer tuya la felicidad de los demás. .
El amor es ese estado en el que la felicidad de otra persona es esencial para tu propia felicidad.
-Robert A. Heinlein-
¿Por qué a veces es difícil regocijarse en la felicidad de los demás?
Quizás hayamos percibido, en primera persona o a través de comentarios externos, que cada vez que un ser querido trae una buena noticia sobre su vida (un ascenso, la boda de un hijo o una hija, un premio…) experimentamos una emoción negativa inmediata e irreprimible. En ocasiones, quizás, hemos visto este escenario dibujado también en el estado emocional de los demás.
Una emoción que puede diluirse en una mezcla de sentimientos de rechazo, envidia, ira, injusticia, desear el mal ajeno… En definitiva, mientras los demás esperan que compartamos y hagamos nuestra su alegría, un bloqueo visceral e incontrolable nos impide, durante las primeras fracciones de segundo, mostrar un sentimiento de alegría espontánea y sincera.
Es igualmente probable que esta reacción no haya estado siempre presente en nosotros con mayor o menor intensidad. Por ello es necesario detenerse a pensar que, quizás, hay algo dentro de nosotros que nos impide alinearnos emocionalmente con la felicidad de los demás; La filosofía popular es sabia: ¿cómo puede ser feliz para los demás una persona que no ha encontrado su felicidad durante mucho tiempo?
Desde una perspectiva amplia, esta tendencia a ser reacio al bienestar emocional de los demás podría catalogarse como conducta social disfuncional. Es precisamente en las experiencias depresivas donde se ha estudiado la inclinación a reaccionar negativamente ante las interacciones sociales, y se puede ver con mayor claridad; Sin embargo, los síntomas depresivos suelen estar relacionados con una baja calidad de las relaciones personales.
Un mal estado de ánimo también se asocia a menudo con la erosión del autoconcepto. Un empobrecimiento de la visión del Ego que frecuentemente afecta también a su vecino más cercano: la autoestima.
En este sentido, nos encontramos en presencia de un fenómeno curioso. Un daño grave a nuestro autoconcepto nos hace más propensos a destacar en los demás lo que poseen, o creemos que poseen, en mayor medida o consistencia.. Y sobredimensionar sus atributos provoca naturalmente un sentimiento de aversión y una actitud negativa en todas aquellas circunstancias y cualidades positivas que implican recordarlas y validarlas.
Por otro lado, la hostilidad tácita, observable en personas con características típicas de la personalidad pasivo-agresiva, está relacionada con la envidia; sería este sentimiento el de mediar entre un estado psicoafectivo resquebrajado y la tendencia a valorar negativamente lo que los demás poseen positivamente.
La envidia aislada, sin embargo, no es el síntoma de una patología. Richard Smith, profesor de la Universidad de Kentucky y especialista en el estudio del fenómeno de la envidia, señala que parte de nuestra supervivencia se basa en la envidia: utilizamos la comparación como medida de nuestro estatus y como motor de mejora personal.
Si aprender sobre la felicidad de los demás produce demasiada incomodidad o interfiere negativamente en nuestra vida, entonces sí podemos hablar de un problema. Una dificultad que requerirá solución, que incluye las siguientes estrategias.
¿Qué hacer para disfrutar de la felicidad de los demás?
Necesitamos evitar que la negatividad eche raíces y nos convierta en personas amargadas., incapaz de desarrollar una felicidad empática; la vida, cuanto más feliz, mejor se vive. Entre las medidas más efectivas a tomar para lograr este cambio de paradigma encontramos:
- Sé agradecido por lo que tienes. Debemos intentar centrarnos en todo lo que nos hace sentir bien y cambiar nuestra perspectiva mental para dejar de apegarnos a lo que nos hace sentir mal.
- Darse cuenta de que su valor no proviene de elementos externos. En otras palabras, valemos lo que somos, no lo que poseemos. Nuestro potencial es nuestra mayor riqueza y lo guardamos dentro de nosotros.
- Tratar de encontrar inspiración, en lugar de desánimo, en el éxito de los demás. Se puede pensar que las metas de los demás demuestran que todos pueden triunfar y pueden servir como guía para lograr metas importantes.
- Entiende eso hay suficiente espacio en el mundo para la felicidad de todos, incluido el nuestro. Si otros disfrutan del éxito, de posesiones materiales costosas o de características personales envidiables, esto no impide que nos encontremos en un escenario similar. El mundo es lo suficientemente grande como para albergar a millones de personas exitosas.
- Confía en el futuro encontrar un lugar más feliz para sí mismo en el mundo. No estamos enteramente a merced de los dictados del azar; trabajar sobre nosotros mismos dará sus frutos, y debemos encontrar consuelo y motivación en este pensamiento.
¿Por qué dejar que los sentimientos negativos nos invadan cuando al mundo le va bien con las personas que amamos? No perdemos el tiempo mirando a los demás, comparándonos con ellos y privándonos de valor; nuestra felicidad y nuestra suerte están en la recta final, solo conócelo y lucha por ello.