Vías de escape que alimentan la ansiedad

Vías de escape que alimentan la ansiedad

Ante situaciones que nos preocupan, tendemos a huir. Averigüemos por qué, cuáles son las vías de escape y qué hacer para evitarlas.

Vías de escape que alimentan la ansiedad

Última actualización: 06 de marzo de 2020

La mente humana reacciona de diferentes maneras a las experiencias negativas de alto impacto: se congela, comienza a alimentar pensamientos negativos o, en algunos casos, crear rutas de escape para escapar de esa desagradable realidad. El problema es que, en la mayoría de los casos, estos escapes, lejos de disipar la ansiedad, la refuerzan y la autorizan, especialmente si se basan en ciertas expectativas y supuestos.



A veces el ser humano percibe situaciones que no son peligrosas como peligrosas. Generalmente esto sucede porque las asocia con experiencias impactantes que tuvo en el pasado, aunque estas no tienen nada que ver con la presente. Como cuando tenemos miedo de todas las personas que nos rodean, porque en el pasado algunas han sido crueles u ofensivas con nosotros.

"Escapar nunca ha llevado a nadie a ninguna parte".

-Antoine de Saint-Exupéry-

La verdad es que la mente crea rutas de escape como mecanismos para proteger y controlar la ansiedad. En este artículo presentamos tres vías de escape que, lejos de calmar la ansiedad, por el contrario acaban alimentándola.

3 vías de escape que alimentan la ansiedad

1. Proyéctate en un futuro amenazante

Lo mejor que puedes hacer cuando estás en una situación difícil es analizarla, enfrentarla e intentar superarla lo mejor que puedas. Sin embargo, cuando las experiencias negativas del pasado se ciernen sobre nuestras vidas, es posible que no podamos actuar razonablemente.

A menudo sucede que en lugar de identificar y abordar la amenaza, estamos buscando rutas de escape. Una de ellas es proyectarnos hacia un futuro amenazador. Pongamos un ejemplo: hemos perdido nuestros trabajos y tenemos deudas pendientes. Sería razonable trabajar duro para encontrar un nuevo trabajo y tratar de renegociar las deudas con el banco.



Sin embargo, si alguien ha tenido una experiencia traumática relacionada con la exclusión o el desempleo en el pasado, puede actuar de manera diferente. Quizás nos sintamos abrumados por la ansiedad y la idea de un futuro terrible, en el que nos imaginamos mendigando en la calle o en la cárcel. Sin embargo, si no abordamos la situación actual, ni siquiera las rutas de escape conducirán a la solución del problema.


2. Enfréntate a modelos ideales entre las vías de escape

A veces somos buenos para culparnos a nosotros mismos. La angustia nos lleva muchas veces a recorrer el camino hacia las vías de escape vinculadas al martirio. En lugar de analizar la situación y descubrir cómo corregir un error y aprender de él, comenzamos a atormentarnos pensando en todo lo que podríamos haber hecho. O incluso todo lo que podríamos haber sido.

Uno de los medios que se adoptan con frecuencia para escapar de la angustia es compararse con modelos de ideales. De este enfrentamiento saldremos perdiendo.

Este es el resultado de experiencias pasadas que nos han afectado emocionalmente, en particular el rechazo o castigo por no hacer “lo correcto” y que así se reflejan en el presente, generando una angustia excesiva ante cualquier fracaso.

3. Pensar en el pasado para revivir situaciones que ya no existen

La última de las vías de escape de la angustia nos lleva al pasado. Esto ocurre cuando nos enfrentamos a situaciones frustrantes o dolorosas que no podemos aceptar, como una pérdida emocional por la muerte de un ser querido o una relación que ha terminado. Importantemente, tratamos de disipar la ansiedad recuperando los recuerdos de lo que una vez fue una y otra vez, pero hoy ya no lo es.


Esta forma de actuar no nos ayuda a reducir la angustia de la situación, todo lo contrario. Algunas veces ni siquiera nos sentiremos reconfortados en revivir mentalmente los hechos del pasado. Y luego, en todo caso, tarde o temprano tenemos que volver al presente y volver a intentar la angustia que nos atenaza.


Este camino implica una gran pérdida de energía emocional. No nos damos cuenta de que gastaremos menos energía tratando de aceptar lo que ha sucedido, en lugar de obsesionarnos con el pasado.

Como vemos, es muy importante procesar las experiencias traumáticas del pasado. Estos nunca serán olvidados, aunque puedan ser degradados o reprimidos. Pero no dejan de estar ahí, persiguiendo nuestro presente.


De ahí la importancia de lidiar con estas situaciones negativas, trabajar en ellas y deshacerte de ellas. Cuando no lo hacemos, terminan convirtiéndose en angustia. A raíz de esto, nos llevan fácilmente a recurrir a alguna de las vías de escape vistas, lo que a su vez alimenta nuevas angustias.

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